A maver les cachen

[Emma Goulding]

Emma tenía un cuerpo definitivamente extraño. Por un lado parecía bastante en forma, algo de genes porque ella nunca fue una persona muy activa que se diga, pero por el otro no tenía una figura esbelta. No era delgada, no era rellena, era gruesa, pero un grueso en forma, si es que eso existe. De cualquier manera, ser un poco más esbelta la había llevado a ese gimnasio, también intrigada por cómo decía ese tal Andros que la brujas debían ejercitarse.

Son muy pocos los establecimientos así, para no decir que era el único. Las brujas generalmente se sentían orgullosas de ser rechonchas porque significaba que eran expertas cocinando y manteniendo a sus esposos con barrigas de dulces y buena comida casera, pero Emma, evidentemente, no era una de esas. Llegó por recomendación de Eleonora Greengrass, aunque esa mujer era delgada de nacimiento, sin rutinas que la ayuden, pero Emma quiso darle un intento.

Se unió al grupo que hacía aeróbics, pensando que definitivamente no era un ejercicio adecuado de hacer con túnicas. Aunque tenía ropa muggle más apropiada debajo, no se atrevió a mostrarla porque estaban en el Callejón e iba a desentonar. Se fijó en el tipo grandote que se paseaba por ahí porque era difícil no verlo, pero tampoco enfocó su atención en él. Le estaba dando mucho asco sudar.

[Emma Goulding]

Segundo tomado.

Asco. Sentía una gota gruesa de sudor cayéndole por la nuca. Siempre tenía el cabello recogido y justamente ese día le dio la gana de ponérselo liso y suelto, ¡Ni siquiera estaba a la moda el cabello liso! Mientras más abombado mejor, pero no, Emma no quiso. Sentía su pulso acelerado y el olor a sudor ajeno empezaba a llenarle la nariz. Esto no era lo de ella. Quizá le diría a su elfina que se apuntara a las clases y que después se las enseñara en la comodidad de su casa, con menos ropa y pausas cada minuto para secarse.

Se detuvo un segundo para sacar la varita y apuntarla al cabello, haciéndose una cola de caballo mágicamente. No le había quedado perfecta porque no era la mejor haciendo esos hechizos domésticos, pero al menos serviría. Justo en ese momento, cuando ella estaba en su break arbitrario, el hombre gigante le habló. ¿Será que era medio troll? ¿Eso se podía? No le entendió ni una palabra.

"¿Disculpa?" Preguntó, sin saber si debía sentirse ofendida o alagada o con la varita en alto.