Paz y tranquilidad

[Ceri Bellamy]

Era súper extraño estar en la sala común los martes por la tarde, porque ella que no tomaba ninguna de las electivas que se daban ese día, tenía toda la tarde libre a partir de las dos, aunque a la medianoche le tocaba astronomía. ¿Y qué iba a hacer mientras tanto? Casi todos estaban en clase, y era martes... ¿qué podía hacer, la tarea del día anterior? No, gracias. Para eso que la volvieran a poner bajo el sombrero seleccionador y la manden a Ravenclaw.
La idea de tirarse a dormir era tentadora, pero Ceri ya se conocía. Si se dormía luego iba a quedarse hasta más tarde despierta, y se le arruinaría aún más el sueño durante la semana. Así que se duchó rápido sin lavarse el cabello, se volvió a cambiar, y bajó a la sala común mientras todavía reconsideraba la idea de volverse a la habitación y dormir una siesta si es que no se le ocurría algo más interesante que hacer. Con el frío que hacía lo que menos le daban ganas era de salir de la sala y dar vueltas sin rumbo por los pasillos.

[Samuel McClain]

No, Ceri, no da arruinarte el sueño de toda la semana el Martes... Aunque sea aguantá hasta el Jueves para dormir mal, como para tener que aguantar solamente el Viernes con resaca de insomne.

Sam estaba extrañamente solo en la sala común. Había alumnos de otros años pero no era lo mismo: si no había nadie de su curso, se consideraba 'solo'. Y 'solo' implicaba relax, y relax implicaba un larguirucho sentado de forma extrañamente enroscada en uno de los sillones de dos cuerpos, sin zapatos (estaban acomodados en el suelo debajo de él, tampoco es que los había revoleado por ahí) y leyendo un libro.
La felicidad está en las cosas simples y en no usar zapatos.

[Ceri Bellamy]

No sé si nosotros dos seamos los más indicados para decirle a nuestros personajes que no se arruinen el sueño, pero te sigo el juego para demostrar que todo esto es ficción.
¿Relax era leer un libro sin zapatos? ¡Eso era lo mismo que hacía Ceri todos los lunes durante la clase de Historia de la Magia! Le faltaba el sillón, pero todo lo demás estaba. Sam, vamos a tener que hablar sobre lo que es el relax cuando tengamos la casa del calamar pronta para el estreno. Caminó hacia los sillones y lo vio, de reojo, sorprendida. ¿Por qué ella pensaba que Sam tenía clases? ¡Podría haber estado molestándolo desde antes! Se quedó quieta en el lugar, mirándolo, sin saber si él la había visto y tendría que acercársele normalmente, o si él no la había notado y podía sorprenderlo.

[Samuel McClain]

Amén por el sueño arruinado. Por lo visto el fruto jamás cae lejos del arbol. Y te cuento que tengo la leve sensación de que Ceri es del estilo de alumna con el que tengo pesadillas a veces: quizás se anotó en alguna materia a principio de año y después se olvidó y no fue nunca. Mis pesadillas implican, además, enterarme de una evaluación justo en el momento en el que recuerdo que tendría que haber ido a esa clase. Y claramente no saber nada.
Mis pesadillas a veces son un poco Ravenclaw.

Menos mal que los Lunes Ceri no se sentaba con Sam, porque él se la pasaría despertándola y ella comenzaría a odiarlo un poquito más cada semana. Y no queremos eso, no señor.
Sam no la había visto y tampoco le había prestado atención a sus pasos, si los escuchó. El hecho de estar solo-pero-no-solo en la sala hacía que pueda concentrarse en el libro sin desconcentrarse con los ruidos o conversaciones de los demás, porque no eran sus compañeros. Metía todos los sonidos en una habitación insonorizada de su cerebro y allí los dejaba mientras duraba su concentración.
Autorización para sorprenderlo, Lieutenant Bellamy.

[Ceri Bellamy]

Yes, sir! Ceri notó que él no parecía haberla visto, o al menos no claramente si es que solamente había notado su presencia de reojo, así que dio tres pasos hacia atrás para desaparecer completamente de la línea de visión de Sam y caminar para ubicarse detrás del sillón donde él estaba sentado.
"¡Buu!" exclamó, estirando los brazos para agarrarlo a Sam por los hombros (o donde pudiera tan de repente) para sacudirlo un poco, y luego soltarlo. Nunca dije que el plan de Ceri fuera bueno, así que no acepto devoluciones.

[Samuel McClain]

Debo decir que Ceri realmente lo sorprendió. Ella lo debe haber notado por la forma en la que sin querer apretó el libro hacia el centro, lo que hizo que se le patinara de las manos y cayera al suelo delante de sus zapatos.
"¡Ceri! ¡Casi me caigo!" le dijo (y agradezcamos esa 'i' que está bien acomodada en su lugar, porque sino estaríamos en otro plano de la relación para el que faltarían muchos años y mucha confianza). Se giró para quedar sentado de lado en el sillón y tironeó de los brazos de ella hacia adelante, para tratar de hacerla caer por sobre el respaldo y hacia la parte libre del sillón.

Quizás en su estado normal-zen no habría intentado devolvérsela así, pero todavía le dura la adrenalina del susto.

[Ceri Bellamy]

Ay, ¡me ofendo! Ceri ya se sentía con la confianza para hacer sus cosas con la puerta del baño abierta... de ahora en más la cierra, no sea que el número dos arruine una amistad tan número uno.
Se rió, dejándose tirar hacia adelante, apoyando el torso en el respaldo del sillón y quedando pseudo-balanceada así, porque no quería tirársele encima y matarlo. Quizás matarlo del susto sí, pero ¿usando violencia física tan evidente? No, no le convenía, había demasiados testigos. No paraba de reírse, contenta de que su plan había funcionado.

[Samuel McClain]

Por las dudas no incluyamos los número dos hasta dentro de unos años, gracias. Creo que al menos una cita antes hay que tener, lo dice en algún manual que vi en la Biblioteca.

Ya que no había podido hacer pasar a Ceri hacia su lado del sillón, podría haberla soltado de repente para que caiga al suelo sentada, pero al fin le volvió la conciencia al cuerpo y prefirió no lastimarla.
"¿Así saludas siempre?" le preguntó, "porque no me imagino lo feliz que debe estar Madame Pince cada vez que te la cruzas". Bromeó con algo relacionado a los libros porque el que estaba leyendo había aterrizado abierto de forma no muy correcta en el suelo, y se había imaginado por un momento el grito que le pegaría la bibliotecaria de verlo así.

[Ceri Bellamy]

Claro, pero seguro que la cita no es conmigo igual, ¿no? Ahora entiendo porqué Ceri no cierra la puerta al hacer número dos en tu presencia, es un castigo.
"No, a Madame Pince la saludo con una nalgada, Sam" dijo como si fuera muy obvio. Se alejó de él y del sillón para acomodarse y ponerse de pie, con intenciones de rodearlo y tomar asiento en el brazo del sillón. "Tampoco soy tan bestia como para no saludar a la bibliotecaria como se debe" agregó, alzando el mentón. Pero hablando en serio, Ceri era siempre amable de más con Pince: ¿dónde más podía dormir siestas con tanto silencio? La bibliotecaria era un ángel.

[Samuel McClain]

((¿Ceri se sentó en el apoyabrazos de la otra punta o en de al lado de él?))

Voy a dejar algo asentado para el futuro porque tengo mala memoria: Yo creo que prefiero un matrimonio lleno de nalgadas (nalgadas simpáticas, nada de violencia doméstica) antes que uno lleno de charlas con la puerta del baño abierta, pero no sabría decirte lo que prefiere Sam.

Se agachó para juntar el libro mientras ella daba la vuelta. "Yo iba a decir que eras efusiva, no bestia. Pero si hay que hablar de bestialidad, hablamos..." bromeó, levantando el libro para mostrarle cómo le tenía que enderezar unas hojas antes de cerrarlo. Si no fuese porque sonreía, Ceri podría pensar que estaba echándole en cara el descuido, o algo así, pero no.
A esta altura las personas que lo rodean deberían darse cuenta sin esfuerzo de cuándo algo realmente lo molesta, y este no era el caso.

[Ceri Bellamy]

((Todavía no se sentó, pero va a hacerlo en el apoyabrazos más cerca de Sam))

Miró el libro que Sam levantaba mientras rodeaba el sillón y por un segundo le dio algo de culpa (siempre se imaginaba que un día de estos, en un intento por hacerse la graciosa, iba a dañar algo de importancia para Sam. Eso la aterraba un poco), pero luego notó que él bromeaba, y hasta quizás se dio cuenta porqué venía el comentario de la bibliotecaria.
"Una bestialidad es que estemos a esta época del año y todavía no me acuerde si tenemos períodos libres en común o no" le dijo, ahora sí sentándose sobre el apoyabrazos. Si te empujó, fue sin querer.

[Samuel McClain]

(Mientras no le dañara nada en la zona de la ingle o el rostro, todo bien.)

"¿En serio? Muy mal..." le reclamó en broma. Luego se dio cuenta de que él sabía a la perfección los horarios de ella... y se sintió raro. ¿No era normal saberse los horarios de tus compañeros?
Lo había empujado, pero Sam al instante se había acomodado para darle un poco más de espacio. El día que Ceri quiera realmente flirtear con él va a tener que hacerse un par de carteles de caja de cartón o algo por el estilo.

[Ceri Bellamy]

¿El día que ella quiera flirtear con él? ¡Qué atrevido! Ceri iba a ser tan pero tan sutil que le iba a invadir todos los sueños y él iba a tener que mandarle una lechuza con disculpas a la mamá de Ceri. Ya vas a ver.
"Soy la peor" le dijo, como para darle la razón, con una sonrisa amplia que realmente no pegaba muy bien con lo que acababa de salir de su boca. "¿Con qué te acabo de interrumpir?" preguntó, señalando el libro con un movimiento del mentón mientras se ponía cómoda en el brazo del sillón.

[Samuel McClain]

¿Por qué le debería una disculpa a la mamá de Ceri? ¿Tan mal partido es Sam?

Al comentario sonriente de ella, Sam soltó un resoplido tipo risa quejosa. No le dijo nada porque se había quedado pensando en si se sabía los horarios completos de Winston también. Que sí, lo que lo tranquilizó a medias: no era consciente de las clases de Ceri solamente, sino de él también. Aunque no estaba seguro de qué hacía su amigo los Jueves a las tres de la tarde... No, mejor no pensaba más.

Volviendo al presente, Sam le mostró la tapa del libro a su compañera. 'Una lechuza al pasado', se llamaba, y era una colección de historias cortas tipo leyendas europeas.
"El título es por uno de los cuentos, que justo leí ayer. Trata de una maga que tiene una lechuza que viaja al pasado, así que ella aprovecha para mandarse cartas con su abuela" le comentó.

[Ceri Bellamy]

No, yo decía por los sueños que Sam podría tener cuando despertaran sus hormonas, pero ¿sabes qué? Mejor no digo nada más, por si se te ocurre acusar a Ceri de ser la de las ideas.
Suspiró con alivio, porque su primer sospecha era que Sam estaba estudiando y le iba a dar culpa estar interrumpiendo algo que podía ser importante para él. No que leer cuentos interesantes no fuera importante también, pero no reprobaría una clase por ello. "¡Suena genial!" exclamó con sinceridad, mirándolo con sorpresa. Estiró una mano hacia él abriéndola y cerrándola, pidiéndole que le prestara el libro.