Aterrizaje forzado

[Winston Harrington]

Dobló las rodillas y se puso de pie con un envión, como si la voz de su hermana fuera el grito vikingo que lo llamaba a entrar al campo de batalla.
"¡Eso!" replicó alzando un puño al aire. "¡Aaaaaaaaaaaaaaa!" exclamó como si ya no necesitara decir nada más. Es que todo eso que tenía dentro, esas ganas de decir cosas que no decía porque no se animaba, porque no quería incomodar al otro... ¿era eso un tipo de amor? Si era eso no quería sentirlo, así que mejor dejar de clasificarlo de ese modo. Ni se acordó del resto del alumnado que existía en el castillo, menos de los que estaban en el campo de quidditch con ellos, y mucho menos de que él se suponía que era prefecto y que andar gritando desaforado no era lo ideal. Pero por algún lado tenía que salir todo eso. "¡Aaaa!" gritó, mitad con risa y mitad con ese no sé qué.

[Josephine Harrington]

Jo también sentía algo dentro que necesitaba salir, desahogarse, liberarlo para dejar atrás el mal humor de todos esos días y la molestia que sentía consigo misma y con todos los demás. Apenas su hermano se puso de pie, sintió que realmente podían hacerlo, que si se lo proponían podían cambiar la forma en que se sentían y dejar de estar tan enojados o insatisfechos.

Lo miró divertida y se sumó a su grito liberador. "Aaaaaaaaahhhhh" gritó a la par con los brazos flexionados a los costados de su cuerpo, haciendo presión en sus puños como Rainier le habían enseñado. Jo cerró los ojos, así el efecto era aún más liberador "AAAAAAAAAAAAAAAAA" y movió la cabeza, como sacudiéndose las ideas.

[Winston Harrington]

Mientras más gritaban, más le causaba gracia y al mismo tiempo más sentía que de alguna forma estaba logrando desahogarse. Cerró los ojos, pensó en todas esas cosas que venían contradiciéndolo todos estos meses, con dudas y con diferentes propuestas que ninguna lo acercaba a ser feliz.
"¡Aaaaaaaaaaaaaaah!" exclamó otra vez, esta vez más fuerte y poniendo en peligro su voz para el día siguiente, como si de verdad estuviera alentando a Peñarol. Locos, estaban los dos locos. ¿Por eso nadie los perseguía de vuelta, eh? Ya serían los hermanos más populares de San Mungo, algún día el resto del mundo mágico comprendería.

[Josephine Harrington]

Locos, locos o picados por abejas, eso debían pensar los chicos de primer año que los observaban desde el campo de juego. Ninguno podía imaginar que el prefecto que ahora debía acompañarlos de nuevo hacia el castillo estaba enloqueciendo, a los gritos con su hermana, para desahogar penas de amor. Dementes, así estaban.

"Aaaaaaaaaa" gritó un poco más hasta que sintió que le picaba la garganta y se quedaba sin aire. Al abrir los ojos lo miró a Winnie y tuvo un ataque de risa. Acababan de hacer un papelón pero no le importaba. Se sentía genial. Se volvió a sentar en la grada, agarrándose la panza de la risa, sintiendo que le dolían las mejillas.

[Winston Harrington]

Se empezó a reír también, porque no les quedaban muchas otras opciones. Ya había quedado claro que no iban a ponerse a llorar, que ahora iban a hacer lo más lógico para no sentirse más como de segunda. No es que uno pudiera elegir a quién querer, pero era hora que el amor propio hiciera acto de presencia. De última serían los Pimpinella, esa puerta siempre está abierta.
No se sentó, pero apoyó una mano en el hombro de su hermana mientras se reía. Por suerte no quedaba mucha gente en el campo de quidditch, y supongo que era un lugar donde estar a los gritos era normal, pero por las dudas tomó aire y suspiró tratando de apagar la risa. Se suponía que tenía que asegurarse que esos chicos de primero volvieran al castillo.

[Josephine Harrington]

Ahora no puedo dejar de imaginarlos cantando hitazos llenos de resentimiento como Olvídame y pega la vuelta o A esa, parados ahí en esas mismas gradas, haciendo un show para los pobres chicos de primer año que debían hacerle caso al prefecto demente.

Jo también intentó recuperar el aire y se tocaba los mejillas, intentando que le dejaran de doler. Aclaró la garganta, que picaba por haber gritado tanto, y lo miró todavía contenta. Hacía rato que no se sentía así, quizás desde que fueron también juntos al festival de rock. "Gracias" murmuró, porque no tenía idea de cuánto había necesitado tener esa charla y descargar a los gritos y riendo. Se sentía mucho mejor.

[Winston Harrington]

Miró a Josephine, internamente enternecido por el agradecimiento y por ese momento más bien personal entre ellos a pesar de que ya no estuvieran en casa, pero alzó una ceja mientras sonreír.
"No seas, no tienes nada que agradecer. Es mutuo" le dijo, mordiéndose el labio inferior mientras estiraba un brazo hacia ella con toda la intención de despeinarla con una mano, pero dejando la otra preparada por si tenía que defenderse. Consideraba que seguir de pie tendría que darle alguna ventaja para poder escapar antes de que Josephine se la devuelva.

[Josephine Harrington]

Se había quedado sonriendo como boba, era un mimo que necesitaba para su autoestima saber que ella también había ayudado, de alguna manera, a su hermano y que el cariño era mutuo. Hasta que la despeinó y Jo soltó un "HEEYY" mientras levantaba el brazo para darle un golpe cortito y despacio con su mano en el estómago para que la suelte. Que la perdone, todos sabemos ya que Jo es un poquititititito violenta aunque sea sin intención, es su instinto cuando algo la fastidia.

[Winston Harrington]

Se rió con el golpe que recibió de Jo, la verdad es que él tenía los reflejos cada vez más lentos que los de su hermana, lo cuál no hacía más que darle orgullo por los logros de ella.
"Voy a regresar a esos chicos al castillo" señaló por encima de su hombro con un dedo pulgar, en dirección general hacia el campo, para explicar su escapada. "Gracias por el desahogo" volvió a agradecer y se giró hacia las escaleras para bajarlas apresuradamente, antes de que lo acusaran de abandono de personas.

[Josephine Harrington]

Asintió con la cabeza, tomando consciencia de que no estaban solos en el campo de juego y que posiblemente esos nenes debían de estar asustados o confundidos por escucharlos gritar como dementes sin motivo.
"De nada" respondió bajito, sin estar segura de si su hermano que ya se iba la había escuchado. Tomó la mochila que había dejado tirada y se dispuso a imitarlo, bajando las escaleras para volver al castillo, sintiéndose mucho más liviana.

((Cerrado))