27 de Diciembre

[Rabastan Lestrange]

-Cobarde- seguro que le daba miedo ver lo que Rabastan tenía para ofrecer y que le gustase.
"¿Para qué?" preguntó, acomodándose el guante de la mano izquierda y bajando la mirada hacia la punta de sus dedos, que se congelaban en el clima invernal. Pero guantes enteros, ¡jamás! Esa era la locura de su hermano mayor y sus estúpidos guantes de piel de dragón.

[Rabastan Lestrange]

"A ti te tendría que dar miedo" le dijo, moviendo la cabeza hacia un lado, significativamente. Meterse en una bodega subterránea (exagero, exagero) con un tipo que acaba de ofrecerte un show para adultos no es algo que le recomendaría a mi hermana.
Pero Rebecca no es mi hermana, gracias al cielo, y Rabastan se acercó a la escalera de piedra que daba al depósito.

[Rabastan Lestrange]

Bajó por la escalera metiendo ambas manos en los bolsillos de su chamarra marrón. ¿Qué tendría de interesante el lugar si no iban a hacer nada malo y reprobable? La siguió... momento, Rabastan frunció el entrecejo. -¿Para qué la sigo?- no se dio cuenta en qué momento la historia se había dado vuelta y era él el que estaba de perro faldero.

[Rabastan Lestrange]

Ah, pero eso no iba a quedar así, Rabastan estaba seguro de que era ella la que tenía que estar siguiéndolo. ¡Él era el hombre, él tenía que poner las propuestas y no seguirla! Mientras menos parecido a su hermano, mejor, el muy dominado.
"¿Y las velas?" le preguntó, pasándole una mano por al espalda a Rebecca del hombro hasta la parte baja de la espalda, al límite. No iba a revolcarse con ella si no le ponía más empeño a la decoración, man.

[Rabastan Lestrange]

O sea que si Rabastan estuviera limpio y oliera a rosas, Rebecca se estaría dejando, ¡ya no lo niegues, quedó muy claro! Tuvo que soltarla, buuh, ella no hacía fácil el abuso.
"Porque este no es el tipo de ambiente romántico que esperaba que prepararas para mí, Livenworth. Soy un Lestrange, merezco algo más tenuemente iluminado, ¿no?" alzó una ceja, apretando los labios para no sonreír. Esperaba que sus comentarios le molestaran a Rebecca, como si así fuera él el que llevaba la batuta de la situación.

[Rabastan Lestrange]

¿No notaba lo peligroso que es seguir enredándose en ese tipo de tópicos con los que estaban bromeando? Porque la broma deja el terreno bastante alisado para algo real, y Rabastan no es conocido por su sentido del humor. Frunció el entrecejo y apretó los labios como para no ladrarle.
"Ya te dije que eres demasiado obvia" trató de sonar con lástima para ella, aunque no le gustó la forma en la que Rebecca dio vuelta el panqueque en su contra. "Lo siento tanto" dijo con el tono más falso, no le salía imitar una voz que demostrara arrepentimiento, "no me interesas más que físicamente".

[Rabastan Lestrange]

"Claro" le dijo, dándole la razón como a los locos, los niños ajenos a los que no puedes golpear cuando se equivocan y a los ancianos con alzheimer. Dio unos pasos hacia atrás, volviendo hacia la puerta pero con los ojos aún puestos en Becca. No estaría contento hasta no tener alguna parte del cuerpo entre la puerta y la salida.

[Rabastan Lestrange]

Abrió bien grandes los ojos, mirándola con intensidad "No puedo disimular lo que pienso" le dijo, tratando de pronunciar bien cada sílaba de lo que le acababa de decir. Estuvo entre el límite de la sala del firewhiskey y el descanso de la escalera. Tenía paranoia de que se cerrara el cuarto y quedaran ahí encerrados, por más que hablara con toda la seguridad del mundo de la supuesta atracción sexual de Rebecca hacia él, no le gustaba la idea de quedar ahí a solas con ella sin posibilidad de escape. ¿Por lo que pudiera hacer ella o por lo que pudiera hacer él? Y tal vez no hablo de cosas censurables.

[Rabastan Lestrange]

Tenía una buena respuesta para la primera parte del comentario de Rebecca, pero para el segundo... no. Rabastan la miró feo y con su expresión más seria se dio media vuelta para estar lo más alejado del depósito sin dejar ese subsuelo. Llegó hasta la pared contraria, un metro y medio de donde estaba su compañera de clases.
Algo era algo.

[Rabastan Lestrange]

Rebecca lo conoce demasiado bien, o tomó clases de Adivinación de las buenas. Cualquier inspiración para darle su merecido a ella se le había esfumado cuando ella perdió contacto con la puerta del depósito.
"No me enojo" le dijo, contradiciéndose con su expresión molesta y los labios apretados, el entrecejo tan apretado que parecía que sólo tenía una ceja adornándole la frente.

[Rabastan Lestrange]

((Perdón por la demora, pero como que si no me baño termino como Rabastan XD))

Rabastan era un zapato en entender cómo funciona la mente femenina, así como el player. No sabía si tomarse el acercamiento en serio, como amenaza, como broma, como seducción o como algo normal.
¿Cómo saber qué significaba esa sonrisa? "Seguro, tarada" ¡y así es como él intenta batear los acercamientos femeninos de desconocida categoría, con un insulto!

[Rabastan Lestrange]

((Jajaja, gracias por el consejo, lo voy a aplicar el próximo sábado a la noche XD))

Puede ser, pero Rabastan la miraba como si ella estuviera planeando arruinarle la Navidad al mundo mágico o algo así, como si escondiera algo detrás de su espalda... cosa que obviamente notó que no cuando se cruzó de brazos a su lado.
"No, no sabía, y te puedo decir como más me de la gana" no la miraba más, la vista al frente.

[Rabastan Lestrange]

Alzó una ceja "¿Quién dice?" preguntó, alzando el tono de voz, y decidió mirarla de reojo. Le daba bronca que no lo mirara, como debería estar haciendo ella, sintiéndolo superior e imprescindible. "¿Tú?" agregó rápidamente a la pregunta anterior, y le dio un empujón con el hombro a Rebecca, como buscando tumbarla al suelo.

[Rabastan Lestrange]

"Pff, eres una debilucha" le dijo, alzando el mentón para mirarlo desde su altura y hacerla sentir mínima en comparación. La verdad es que Rabastan tensó el cuerpo, como por si Rebecca terminaba teniendo más fuerza y le daba un empujón con más fuerza.
Quería parecer como en control de la situación, aunque no realmente cómodo.

[Rabastan Lestrange]

Ese tipo de actitudes le subían el ego y al mismo tiempo lo calmaban, como un vaso de agua fría en el medio del desierto de su desesperación por obtener el control. "¿Es una invitación?" preguntó, girándose hacia Rebecca y haciendo sonar sus nudillos como preparándose para empujarla y arrojarla al depósito que seguía allí, con sus puertas abiertas.