Curiosidad profesional

[Armin Clayworth]

Yo creo que en el momento en el que ella logró que él deje de tratarla de usted ya se había ganado la confianza de Armin haciendo que baje sus defensas, porque ni él se había dado cuenta que estaba tuteándola. Era imposible mantener el diálogo inventado con formalidad.
"No sé, ahora siento que fui presionado durante siete años a darte mi postre" lamentó negando con la cabeza, como si realmente se estuviera dando cuenta de algo así ahora. Amelia podría haberse comido sus hamburguesas, sus chuletas y sus bistecs, porque Armin no comía carne.

[Armin Clayworth]

¡No, no era vegano! Ni vegetariano, en realidad. Solamente comía pescado, por lo que según wikipedia sería clasificado como pescetariano, pero no por ninguna razón ética o moral sino porque su cuerpo no procesaba bien la carne, y siempre terminaba con dolor de estómago o cosas peores. ¡No la va a juzgar si la ve comiéndose una hamburguesa!
"¿Era el capitán del equipo de quidditch?" preguntó, ya, totalmente perdonándole esos siete años de pocos postres en la cena. Y la imagen de Amelia sentándose sobre su espalda (limándose las uñas en tacones, por cierto) mientras él hacía push ups sin camisa terminó por comprarlo por completo. "Bueno, supongo que lo hacías por mi bien" aceptó.

[Armin Clayworth]

¿Me vas a mandar a tu hermano a que me golpee por fantaseas así cuando recién te estoy empezando a conocer, Amelia? Qué descorazonada, atacando a un pobre tipo que no puede comer carne, pura maldad.
"Si fertilizabas mis proyectos de herbología por mí creo que te sigo debiendo favores desde ese entonces hasta 1995" le dijo solemnemente, porque ¿a quién le gustaba el olor a abono? Obviamente Amelia estaba mostrándose más amable que cuando lo dejó sin postre.

[Armin Clayworth]

((BBL, buenas noches por si te vas a dormir))

Gracias por dejarme fantasear, no es que iba a dejar de hacerlo, pero es mucho mejor cuando tienes permiso. Y si vamos por una hamburguesa, te cuento desde ya que voy a robarte algunas papas.
"Es cierto" admitió, como si él llevara años abusándose de la bondad de la castaña. "¿Y si te invito algo para comer hoy crees que pueda equilibrar las cosas aunque sea un poco?" preguntó sin verguenza, porque ni modo, Amelia, tiene que aprovechar.

[Armin Clayworth]

Imposible mantener una guerra con alguien que te cede las papas con gusto. Lo mejor de la situacion en la que estaban era que en pocos minutos no solamente se habia logrado llevar bien con una completa extraña sino que, si es que no estoy malinterpretando la situacion, acaban de quedar para ir a comer.
"Depende: me vas a dejar comer postre tambien?" pregunto, porque en teoria ya no era capitan del equipo de quidditch por lo que se imaginaba que ella seria mas permisiva.

[Armin Clayworth]

Bueno, Armin no tenía mucha práctica haciéndose amigo de extraños, por lo que estos talentos tan normales de Amelia le resultaban extraordinarios. Por cierto, recientemente me di cuenta que nuestros nombres tienen demasiado en común, ojalá no resulte ser que somos hermanos perdidos.
"Qué poca confianza me tienes, me siento ofendido que dudes de mi capacidad de esconder los vegetales en una servilleta cuando no estés mirando" dijo con pretendida seriedad. Se sentía algo infantil.

[Armin Clayworth]

Mejor le digo a Armin que se porte mal ahora, porque cuando nos enteremos que somos hermanos separados en la infancia y que nuestros nombres no son más que una pista para los que nos abandonaron, no va a querer hacerme caso.
Bufó y alzó las cejas, rodando los ojos para que ella viera su exagerada expresión. "Caray, si eras así en la escuela con razón que llegué a tener la capitanía: solamente estaba como marioneta de tu estricto régimen" acusó.

[Armin Clayworth]

Pero no hace falta que Amelia se lo lleve a su casa para comer vegetales: podían hacerlo en la casa de él, o en un hotel, o en un parque, o incluso detrás de un estacionamiento. Había muchos lugares en el mundo donde podían ir a comer vegetales, Amelia, la esperanza es lo último que se pierde.
La mención de los duelos le trajo recuerdos verídicos de su estadía en Durmstrang. Le hubiera sido de mucha ayuda tener a Amelia en ese entonces. "Imposible traficar ranas de chocolate teniendo una adicta al azúcar de amiga" dijo mirándola de reojo. Armin comenzaba a asumir cosas otra vez: Amelia debía ser una escritora o actriz. No se la imaginaba haciendo otra cosa. Quizás maestra de niños pequeños.

[Armin Clayworth]

Armin miró de reojo a su salvadora, pero tuvo que apartar la vista para no hacerse más ideas. Lo peor sería idealizarla o creerse lo que estaban diciendo, que era gracioso interesante, pero falso. ¿Y si todo era un juego para Lea, y él terminaba más involucrado que ella? No, gracias.
"¿Y quién te salvará a ti?" preguntó con aire solemne, porque siempre algo de verdad sale entre los juegos. Lo cierto es que mientras más conversaba con ella, más lo intrigaba conocerla de verdad.

[Armin Clayworth]

Le causó mucha gracia que Amelia rechazara el papel de damisela en aprietos para luego tener que tomarlo del brazo para no caerse al tropezar. No se rió en voz alta, pero lo encontró muy encantador y no pudo evitar una más amplia sonrisa. Hizo un esfuerzo consciente por enseriarse, porque él piensa que se ve menos feo cuando está serio.
"¿Estás diciendo eso porque vas a pedir dos postres?" la miró alzando una ceja.

[Armin Clayworth]

"Vaya" comentó dando un paso particularmente largo para no pisar un pañuelo de tela que alguien había dejado caer en la calle, todavía dirigiéndose hacia Amelia mientras Diagon Alley entraba en el campo de visión de ambos cuando la calle se curvó ligeramente hacia la izquierda "tan buena que deberían haberte puesto en Hufflepuff" comentó tratando de hacerlo sonar a broma, aunque como ya quedó demostrado, Armin tiende a generalizar sus ideas sobre las casas de Hogwarts debido a pura falta de experiencia y algo de ignorancia.

[Armin Clayworth]

Apretó los labios, pensativo, como buscando una excusa para justificar esta amistad inventada si ella hubiera quedado en otra casa, ya que él se estaba imaginando en otra escuela completamente distinta.
"Yo pensé que nuestra amistad iba más allá de las mesas, pero ahora sospecho que me hablabas para acercarte a uno de los bateadores" acusó, de reojo. ¿Era así como le gustaban a esta chica? ¿Fuertes y robustos, con la capacidad de volverse violentos si la situación lo ameritaba?

[Armin Clayworth]

-Mis novias celosas- repitio mentalmente mientras pseudo-rodaba los ojos antes la simple idea. Miro a Amelia mientras hablaba, haciendo un esfuerzo por no sonreirle mientras el callejon se abria ante ellos, mucho mejor iluminado y lleno de gente que caminaba en todas las direcciones posibles.
"Le habias inventado una letra y todo no?" pregunto con una breve sonrisa, como si se estuviera acordando de algo que no existia. "Siempre tan creativa" agrego.

[Armin Clayworth]

La miró divertido, mientras se hacía a un lado para dejar pasar a una bruja que cargaba con dos bolsas llenas de túnicas de segunda mano, casi pegándose al costado de Amelia.
"Lo siento, es que a veces no puedo creer que tu amistad sea real. No conozco a nadie más altruísta que tú" halagó, esperando que al menos hubiera algo de realidad en esas palabras. Es decir, estaba conociendo bastante bien a la Lea imaginaria, pero poco sabía de la de verdad.

[Armin Clayworth]

¿Y si Armin era uno de esos locos roba-riñones? Él no iba a aprobar del método ciego de prueba que estaba usando Amelia si se enteraba que ella era así con todo el mundo.
"Increíble que seamos tan amigos y no sepa qué es lo que haces con tu vida, Lea" comentó al pasar, como si no fuera un dato de importancia. -5 galleones a que es maestra de jardín- se apostó a sí mismo. Una forma sana de apostar, sana y aburrida.