Café o whiskey

[Clotilde Mollet]

Ya sabía que dedicarse al arte no le iba a dar mucho dinero, pero una parte de ella pensó que podría vivir una vida relativamente cómoda si no se daba demasiados lujos. Pero ahora, sosteniendo un vaso con whiskey de fuego en la barra del Hopping Pot en el Carkitt Market, estaba calculando mentalmente qué tendría que dejar de comprar para poder tomarse otra copa. Tocará comprar café del barato ese mes, pensó.

Era un sábado a finales de julio, el bar estaba súper lleno y Clotilde procuraba no hacer contacto visual con nadie, sabiendo que le saldría a cuenta coquetear con alguien para que le brindara algún trago.

((Reservado. El día que quieras))

[Claude Twilley]

Por lo general no le gustaba salir los sábados en la noche, por una parte estaba agotado de todo el trabajo de la semana y por otra al día siguiente tenía que volver al Hospital y cero se le antojaba llegar cansado o peor aún con resaca. Sin embargo, ese día era una excepción porque había quedado con un amigo de la escuela que también estaba muy ocupado y a quien tenía tiempo sin ver.

Como era costumbre, llegó unos minutos antes de la hora acordada al pub y optó por acercarse a la barra en lugar de sentarse en una de las mesas a esperar. Pidió una cerveza de mantequilla (fría en botella) porque al día siguiente tenía pacientes que atender y le dio un trago largo una vez la tuvo en sus manos. No tardó en terminarse la bebida, así que colocó cuatro Sickles sobre la barra y pidió otra. Menos mal que no era un elfo doméstico y no podía emborracharse con cervezas de mantequilla.

[Clotilde Mollet]

A lo mejor lo que tenía que hacer era racionar. No tenía que tomar café cada mañana, un día sí y otro no debería bastar. Dejó caer la cabeza hacia abajo, soltando un suspiro audible para quien estaba a su lado. ¿A quién trataba de engañar? Si de normal no le gustaba hablar con la gente, sin su café por la mañana las cosas podrían tornarse violentas.

Alzó la cabeza y miró al bartender. ¿Qué tendría que hacer para conseguir otra copa gratis? Se dedicó un momento para contemplarlo, decidir si era atractivo o no. Negó con la cabeza. Había ido allí muchas veces y el bartender nunca había dado señales de gustar de ella ni un poco. No había chance.

[Claude Twilley]

Le echó una ojeada a su reloj de pulsera para verificar cuánto tardaría en llegar su amigo y descubrió que había llegado mucho más temprano de lo que creía. Lo que significaba que esa siguiente botella debía tomarla con calma, porque lo malo de la cerveza de mantequilla era que después de cierta cantidad comenzaba a empalagarlo y si era lo único que pensaba beber entonces tenía que controlarse.

Miró a un lado de la barra y luego al otro, solo observando el espacio y no las personas que estaban allí, como meditando cual sitio era más 'cómodo', es decir, donde hubiera menos probabilidades que se le acercara un borracho o lo empujaran.

[Clotilde Mollet]

Tenía que asumir su barranco: no iba a obtener nada del bartender. La idea de forzarse a coquetear con un extraño para tener una copa gratis se le hizo humillante y le cayó pesado en el cuerpo, sintiéndose cansada de repente. Enderezó su espalda y agarró el vaso con las dos manos, tapando el contenido para fingir que aún le quedaba mucho por beber. Giró la cabeza, en dirección a la música para ver si reconocía alguna canción y en el proceso hizo contacto visual sin querer con alguien sentado en la barra. Justo lo que dijo que no iba a hacer.

[Claude Twilley]

Su plan de observar el espacio y no las personas fracasó, era sábado en la noche claramente el bar iba a estar repleto y la barra no era la excepción. Entrecerró los ojos, solo debía evitar la mirada de los otros y- -Mierda, mierda, mierda- Se había topado con los ojos de alguien más. No creyó haber tardado más de unos segundos en apartar la mirada y hacer como si nada hubiese pasado, regresando su atención a la botella de cerveza. Pero el mal ya estaba hecho, hacer contacto visual con un desconocido en un pub significaba muy pocas cosas y el esperaba que no fuese para peor.

[Clotilde Mollet]

No supo qué fue peor, que hubiese hecho contacto visual con alguien o que ésta le apartara la mirada con tanta rapidez, denotando que claramente había sido un error de cálculo que sus miradas se encontraran. Instintivamente, miró su ropa, como para comprobar que se había vestido medio decente. Quizá sus uñas no estaban del todo limpias pero llevaba ropa limpia y combinaba. Quizá no tenía el pelo super limpio pero al llevarlo suelto se disimulaba. Odiaba el hecho de que un breve rechazo le hiciera fijarse en su apariencia, aunque hubiese sido por unos momentos. Si pudiese comprarse su propio alcohol, no se sentiría tan dependiente de la opinión ajena. Volvió a girar la cabeza hacia la música, y sin pensarlo, volvió a mirar hacia la misma dirección, solo para comprobar que ya no era observada.

[Claude Twilley]

Claude había visitado suficientes pubs y clubs como para saber el mensaje detrás de hacer contacto visual con alguien. Lo sabía muy bien porque por una temporada su intención al hacerlo no había sido quedar por un café al día siguiente. Pero no estaba en ese lugar para eso, solo tenía que esperar por su amigo, conversarían y cada uno se iría por su cuenta a dormir en sus respectivas casas.

Acercó la botella a su boca, para ocultar el gesto incómodo que habían adoptado sus labios y comenzó a sentir una rigidez en el cuello. ¿Estaría mirándolo de vuelta? Le daba curiosidad y pensó que un pequeño vistazo no le haría mal a nadie ¿No? Bajó la botella y giró, simulando una expresión desinteresada y... Sí, ahí estaba, la misma mujer de antes. La miró por unos segundos más, tenía un rostro como que le sonaba de algún lado, pero no podía decir de donde, que no sabía decir sí era familiar o común.

[Clotilde Mollet]

Que le llamaran cara común no le ofendería para nada. Había algo tranquilizador en eso, como que no eras ni muy fea ni demasiado bonita, sino normal. Porque ser bonita era muy mainstream.

Consideró sonreírle, iniciar el flirteo que acabaría con una copa regalada (en el mejor de los casos), pero no le daba el espíritu para eso. Su primer impulso era voltearle los ojos, pero se contuvo al último segundo y solo desvío la mirada hacia su copa, que ya le quedaba medio traguito. Quizá debía irse pero de repente una canción que conocía empezó a sonar. Volvió a mirar hacia esa dirección, mirando al desconocido otra vez sin querer.

[Claude Twilley]

Cayó en cuenta que la había mirado por más tiempo que la vez anterior y para escapar de la situación, solo se le ocurrió imitar lo que ella hacía: observar la copa. No había nada especial ahí, ni si quiera podía adivinar qué estaba bebiendo, pero recordó que en otro tiempo habría aprovechado esa oportunidad para mandarle un trago.

Regresó la atención a su botella con un movimiento rápido, le era extraño considerar que podía invitarle un trago a un desconocido cuando llevaba meses intentando superar un ruptura con resultados vergonzosos. Además, no encontraba a esa mujer particularmente atractiva, ni convencionalmente bonita, le parecía más bien de esas personas con las que se necesitaba conversar para descubrir si había química o no, y nunca había tenido tiempo para eso en un bar.

[Clotilde Mollet]

La verdadera pregunta era: ¿estaba en el mood para coquetear? O mejor, ¿alguna vez lo estaba? A lo mejor con varias copas encima, pero ahí estaba el predicamento, que no podía tomarse más de una. Mientras lo miraba otra vez, un tipo que claramente se había tomado todas las copas que ella se merecía, se sentó tambaleante junto a ella, chocandole el hombro en el proceso. Después de fulminarlo con la mirada, cosa que no hizo ningún efecto en él, decidió moverse un asiento más lejos, o mejor dicho, un asiento más cerca del desconocido mirón.

[Claude Twilley]

No se dio cuenta en que momento acercó la botella a su boca y terminó lo que le quedaba de bebida, seguramente era un reflejo de todas las veces anteriores en las que había terminado bebiendo al recordar a su ex. Pero esa noche su plan era no consumir alcohol, ni terminar aborreciendo a la cerveza de mantequilla, así que hizo un gesto para llamar la atención del barman "Una limonada frappe" pidió.

Sacó otro par de monedas del bolsillo de su pantalón y al dejarlas sobre el mesón, recordó a la desconocida. Ya no podía volver a mirar en su dirección y decirse que estaba siendo disimulado, entonces decidió que esperaría un poco y volvería a chequear si su amigo había llegado.

((Aw, solo para que Clotilde no sea la única con foto de vestuario: Claude iba bien veraniego))

[Clotilde Mollet]

Como no lo hemos especificado, yo diría que Clotilde estaba a dos puestos de Claude ahora que se había movido por culpa del borracho, y Clotilde se dio cuenta de esto al momento, considerando el acercarse uno más ya que estaba tan cerca, pero su amor propio se lo prohibió, o tal vez fue el haber escuchado que se estaba pidiendo una limonada frappe, ¿quién se pide una limonada en un bar? Un psicópata, claramente. Exhaló por la nariz, decepcionada de que su potencial mecenas de alcohol ya no podía ser.

[Claude Twilley]

Un psicópata o un alcohólico en recuperación. La limonada estaba en el menú, por supuesto que podía pedirla.

La ventaja de la magia es que aunque no pueda crear comidas de la nada, si acelera su preparación y en menos de nada el vaso con la limonada estuvo frente a él, decorado con una rodaja de limón y un pitillo. Para ocupar un poco más de tiempo antes de volver a mirar a la desconocida buscar a su amigo decidió darle un sorbo a la bebida.

Lo primero que sintió fue que su cerebro se congelaba por el frío y luego que su lengua se adormecía, pero no, no era una bebida adulterada, era una de esas que tenían encantamientos para que los magos las disfrutaran más... O menos, como en el caso de Claude que no escondió el gesto de disgusto mientras esperaba que su lengua reaccionara y poder pedir otra cosa.

[Clotilde Mollet]

Un alcohólico en recuperación no debería estar en un bar solo. Digo yo.

El hecho de que ya no estuviese interesada en el hombre limonada (sí, así le va a llamar a partir de ahora), le hizo sentir más cómoda al mirarlo, como si ya no tuviera nada que perder (o ganar). Por lo que vio toda la escena, desde que se le rellenó la limonada hasta la cara de disgusto.

"¿Qué más esperabas?" Preguntó sin intentar contenerse, después de haber soltado un bufido burlón.