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Cinco minutos más

Todo lo que un mago pueda desear comprar está en el Callejón Diagon, al igual que el dinero para hacerlo, en el famoso y seguro banco Gringotts. Desde tiendas de túnicas, artículos de Quidditch, tienda de mascotas y librería hasta heladería, posadas y Ollivanders, pasando por todo lo que puedas imaginarte para el bolsillo del mago y la cartera de la bruja. Lista de negocios.
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Prudence Ritchie
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Cinco minutos más

Mensaje por Prudence Ritchie »

Hasta esa semana, el mes de noviembre había sido tranquilo y simple desde su punto de vista como empleada de Gringotts. Los goblins habían estado de buen humor (si gruñir solo tres horas en lugar de siete podía considerarse buen humor) y las reparaciones y accidentes en las bóvedas habían sido en base a daños menores. Era todo como un sueño, hasta el inicio de la tercera semana de noviembre de 1986, cuando todos los astros se alinearon y desataron el infierno en el banco de los magos. No el infierno como tal porque no se habían registrado intentos de asalto, los cuales conllevaban una gran variedad de medidas de seguridad activándose y una igual cantidad de destrozos en el edificio, sino, porque todo lo demás que podía salir mal, había salido mal durante esa semana. Uno de los dragones jóvenes de las bóvedas de alta seguridad había llegado a la pubertad (¿Los dragones pasaban por eso también? lo que faltaba) y en un ataque de rebeldía había destruido unos cuantos pasillos y tras atragantarse con las porciones de comida de otros dos, había huido a un pasillo superior. Dejando una cantidad enorme de desastres y un par de dragones adultos molestos tras su cola.

Prudence lo sentía mucho por el adolescente animal que iba a ser re-domesticado severamente por los goblins, pero le había dado una desmedida cantidad de trabajo que no se merecía. Ni ella, ni el resto de los magos que trabajaban allí. Sobretodo ella, porque hacer reparaciones no era su trabajo principal, estar en un escritorio si lo era, su contrato lo decía claramente. Pero como buena empleada que era, Prudence no se había quejado al respecto y tras sentarse en uno de los costados de un pasillo ya reparado, estaba 'disfrutando' de las dos horas de descanso que le correspondían luego de ocho horas seguidas de reparaciones desde las cinco de la mañana. El agotamiento no le permitía tener un humor definido, por lo que se encontraba en un estado de duermevela que la hacía cabecear contra la pared del pasillo y luego abrir los ojos y morder su sandwich de atún con pereza, nada que no hubiese hecho antes.

Cuando su cabeza choco de nuevo contra la pared, decidió dejar sus ojos cerrados por al menos cinco minutos más y sus oídos que habían estados atentos a los sonidos del pasillo, empezaron a percibir cada vez más y más lejos las voces de sus compañeros: ya no entendía las ordenes, ni los encantamientos que conjuraban, mucho menos lograba escuchar los pasos yendo y viniendo por entre los rieles que solían llevar carritos con goblins cuando eran funcionales. "Cinco minutos más" murmuro, acomodándose en una posición menos incomoda, permitiendo que su pan cayera al suelo. Y ¡pum!, adiós almuerzo.

((Reservado))


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Prudence Ritchie
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Re: Cinco minutos más

Mensaje por Prudence Ritchie »

En efecto los goblins eran tacaños y resentidos, no había mejores palabras para describirlos. No solo no pagaban las horas extras completas sino que, por si fuera poco, les ponían a hacer cosas que no les correspondían sin entrenarlos previamente... ¿y si algo salía mal (justo como en esa ocasión) y tenían que buscar ayuda en otra parte? ¡Iban a gastar más! Pero claro, ellos no pensaban en eso, porque los goblins además de guardar las monedas de otros también guardaban muy bien las de ellos. Seguro se les hacía más cómodo (cofbaratocof) hacer que los rompedores reforzaran las maldiciones y además reconstruyeran todo lo que se dañara, obviamente, se aprovechaban que no había un sindicato obrero de rompedores de maldiciones que exigiera la reivindicación de sus derechos, mejores compensaciones por accidentes y muertes y pensiones (y vacaciones pagas).

Sin embargo, pensamientos sobre sindicatos no rondaban por su cabeza en aquellos momentos, porque entre todo el desastre y la incomodidad que éste le representaba a su cuerpo, su mente había decidido que era buena idea soñar. Se acomodó un poco más descansando un brazo contra la pared, luego su cabeza sobre su hombro y entonces un suspiro sonoro salió de su boca. No importaba cuanto dolor fuese a sentir después lo que importaba era el momento, que digo, los cinco minutos de descanso. En ese corto tiempo, Prudence logro soñar algo: estaba en un lago en un día soleado y caluroso… al inicio la sensación agradable y refrescante de tener sus pies en el agua le gustaba mucho pero de repente el sol era tan brillante que le molestaba un en los ojos.

Estaba de cara a la fuente de luz, así que con una de sus manos se tapo la cara buscando protegerse de su sol imaginario, "Cinco minutos más....." repitió bajito, acompañándose por un par de sonidos de quejas. Y ya que se estaba despertando, totalmente contra su voluntad, comenzó a percibir más cosas como un olor que no le agradaba mucho.


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