Beyond Hogwarts RPG - Foro de rol Play-By-Post ambientado en el mundo de Harry Potter
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En el caldero de cultivo
- Philip Bagnold-Browne
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Las primeras mañanas en que llegó a la oficina y Mathilda no estaba (aunque fuera durmiendo) preparando los resúmenes para él, tuvo que apretar la mandíbula y contar hasta diez para no montar un escándalo y hablar mal de ella a los gritos. No podía, se suponía que salían juntos. El rumor había funcionado bien, de boca en boca, de pasillo a pasillo y de publicación berreta a revistas bobas, lo que había sido una salida fácil se había convertido en una realidad oficial para mucha gente. Philip todavía no se daba cuenta que tanto intentaba tapar sus estupideces con mentiras y enojos que a la larga cada una de esas cosas le traían más problemas que con los que había empezado el día.
Había repetido el ejercicio de paciencia esa mañana, hasta se había sentado en su escritorio a leer los otros resúmenes y pergaminos que le habían dejado pero apenas había leído unos renglones cuando se dio cuenta que no paraba de mirar hacia el escritorio vacío de Mathilda. Comenzó a sentir la molestia, la furia subir por su cuerpo hasta estallarle en la cabeza. Era el segundo día consecutivo que faltaba, la quinta vez en el mes. ¿Le veía cara de idiota? además de cara de alfajor. Mientras intentaba terminar de leer una hoja al menos, ordenó de mala manera a uno de los otros asistentes que pidiera el legajo de Mathilda. No iba a admitir en voz alta que no tenía idea de dónde vivía su supuesta novia, se hizo el interesado en informar de la ausencia (para que vieran que Philip el magnánimo (?) no discriminaba ni daba privilegios) y no necesitó anotar la dirección. Callejón Diagon, sobre una de las tiendas. ¿En qué clase de tugurio vivía Harvey?
Cerca del mediodía inventó una excusa para irse por un rato y se apareció en el callejón. Ya podía sentir en su estómago las cosquillas (no, no de enamoramiento) de la emoción que le producía poder enojarse, soltar toda su neurosis, gritarle un poco quizás... cuando ir subiendo las escaleras desvencijadas de la supuesta residencia universitaria donde Mathilda vivía le iban quitando las ganas de todo. Observó apretando levemente su boca y frunciendo el ceño todo lo que lo rodeaba y fingió amablemente que no estaba escandalizado y que era super normal ir ahí a visitar a Harvey. Cuando el muchacho de acento extraño lo anunció, avanzó entrando en la estrecha habitación, que para él era mucho peor por su tamaño... como que necesitaba una habitación más para él solo, ¿no había una libre? podían hablar a través de un hueco en la pared, que seguro había uno por ahí.
Había pensado decirle tantas cosas pero ahora que la veía así vestida, ojerosa, abrazada a un gato y en medio de esa mugre, no sabía por dónde empezar. La miró y alzó una ceja "Sorpresa" murmuró sin nada de emoción en la voz.
Había repetido el ejercicio de paciencia esa mañana, hasta se había sentado en su escritorio a leer los otros resúmenes y pergaminos que le habían dejado pero apenas había leído unos renglones cuando se dio cuenta que no paraba de mirar hacia el escritorio vacío de Mathilda. Comenzó a sentir la molestia, la furia subir por su cuerpo hasta estallarle en la cabeza. Era el segundo día consecutivo que faltaba, la quinta vez en el mes. ¿Le veía cara de idiota? además de cara de alfajor. Mientras intentaba terminar de leer una hoja al menos, ordenó de mala manera a uno de los otros asistentes que pidiera el legajo de Mathilda. No iba a admitir en voz alta que no tenía idea de dónde vivía su supuesta novia, se hizo el interesado en informar de la ausencia (para que vieran que Philip el magnánimo (?) no discriminaba ni daba privilegios) y no necesitó anotar la dirección. Callejón Diagon, sobre una de las tiendas. ¿En qué clase de tugurio vivía Harvey?
Cerca del mediodía inventó una excusa para irse por un rato y se apareció en el callejón. Ya podía sentir en su estómago las cosquillas (no, no de enamoramiento) de la emoción que le producía poder enojarse, soltar toda su neurosis, gritarle un poco quizás... cuando ir subiendo las escaleras desvencijadas de la supuesta residencia universitaria donde Mathilda vivía le iban quitando las ganas de todo. Observó apretando levemente su boca y frunciendo el ceño todo lo que lo rodeaba y fingió amablemente que no estaba escandalizado y que era super normal ir ahí a visitar a Harvey. Cuando el muchacho de acento extraño lo anunció, avanzó entrando en la estrecha habitación, que para él era mucho peor por su tamaño... como que necesitaba una habitación más para él solo, ¿no había una libre? podían hablar a través de un hueco en la pared, que seguro había uno por ahí.
Había pensado decirle tantas cosas pero ahora que la veía así vestida, ojerosa, abrazada a un gato y en medio de esa mugre, no sabía por dónde empezar. La miró y alzó una ceja "Sorpresa" murmuró sin nada de emoción en la voz.

- Philip Bagnold-Browne
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Sí, había algo de pena, pero también de shock. Nunca pensó que Mathilda viviera en esas condiciones, en ese espacio tan minúsculo que hasta le daba claustrofobia. Philip no podía parar de observar a su alrededor. En parte porque era curioso y porque le encantaba poder criticar el gusto de los demás. Si el motivo de su visita fuera algo más feliz, si se encontrara de humor y en otras circunstancias, estaría muerto de risa revisando todo y siendo todavía más asqueroso.
Con la respuesta de Mathilda recobró algo del enojo, de la molestia que le había comenzado a nacer al no verla esa mañana tampoco en su puesto de trabajo. Tomó aire mientras comenzaba a avanzar hacia la cama de Mathilda, pateando con sus zapatos negros las cosas que iba encontrando tiradas en el suelo, para abrirse camino y esquivando otras que parecían de más valor y que no eran pedazos de pergamino, cajas o basura directamente.
"¿Te parece tratar así a tu novio que viene a visitarte?" le dijo con sorna porque en realidad nunca esperaba otro trato de su parte. Una vez que llegó hasta ese ovillo bajo una manta que se suponía que era Harvey, se inclinó y con sus manos tironeó para quitarle la manta de encima. Miró con desagrado al gato en la misma cama que la chica y se volvió a enderezar. "Dale, vamos, arriba" chasqueó dos veces los dedos "Tenemos que ir al Ministerio a trabajar" porque no, no le creía la mentira de la enfermedad, hacía MESES que Mathilda se enfermaba mínimo una vez por semana, hasta ahí había llegado su paciencia.
Con la respuesta de Mathilda recobró algo del enojo, de la molestia que le había comenzado a nacer al no verla esa mañana tampoco en su puesto de trabajo. Tomó aire mientras comenzaba a avanzar hacia la cama de Mathilda, pateando con sus zapatos negros las cosas que iba encontrando tiradas en el suelo, para abrirse camino y esquivando otras que parecían de más valor y que no eran pedazos de pergamino, cajas o basura directamente.
"¿Te parece tratar así a tu novio que viene a visitarte?" le dijo con sorna porque en realidad nunca esperaba otro trato de su parte. Una vez que llegó hasta ese ovillo bajo una manta que se suponía que era Harvey, se inclinó y con sus manos tironeó para quitarle la manta de encima. Miró con desagrado al gato en la misma cama que la chica y se volvió a enderezar. "Dale, vamos, arriba" chasqueó dos veces los dedos "Tenemos que ir al Ministerio a trabajar" porque no, no le creía la mentira de la enfermedad, hacía MESES que Mathilda se enfermaba mínimo una vez por semana, hasta ahí había llegado su paciencia.

- Philip Bagnold-Browne
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Recién cuando estuvo así de cerca pudo notar lo terrible que se veía Mathilda... a las ojeras se le sumaba el cabello despeinado, sudor, las mejillas coloradas por la fiebre y por estar sofocada debajo de una colcha. ¿Qué pretendía? ¿Asfixiarse? Lo que le faltaba! Que encontraran a su supuesta novia muerta en ese sucucho, sería un escándalo, porque todo tiene que tener relación con él y afectarlo primero a él. Si Mathilda moría o no, era algo que ella le estaba haciendo a ÉL, el mayor perjudicado en todo esto.
Se llevó una mano a la nariz y subió hasta su frente, con frustración por la pregunta obvia que le hacía Harvey. "Vine a buscarte para llevarte al trabajo" respondió con toda simpleza, todavía sin otra emoción en la voz "¿Cuántas veces piensas enfermarte este mes? ¿Sabes la cantidad de veces que has dicho que estabas enferma desde Octubre a hoy?" sentía que Mathilda le estaba haciendo perder el tiempo, que por lo menos si se tomaba el día libre aprovechara para ordenar ese desastre en el que vivía, suponía que sola porque no cabía un alfiler ahí. Hasta entendería si llegaba y la veía vestida como un ser humano y estudiando para rendir algún examen, pero ¿en pijama al mediodía, abrazada a un gato y tapada hasta la frente? No.
Se llevó una mano a la nariz y subió hasta su frente, con frustración por la pregunta obvia que le hacía Harvey. "Vine a buscarte para llevarte al trabajo" respondió con toda simpleza, todavía sin otra emoción en la voz "¿Cuántas veces piensas enfermarte este mes? ¿Sabes la cantidad de veces que has dicho que estabas enferma desde Octubre a hoy?" sentía que Mathilda le estaba haciendo perder el tiempo, que por lo menos si se tomaba el día libre aprovechara para ordenar ese desastre en el que vivía, suponía que sola porque no cabía un alfiler ahí. Hasta entendería si llegaba y la veía vestida como un ser humano y estudiando para rendir algún examen, pero ¿en pijama al mediodía, abrazada a un gato y tapada hasta la frente? No.

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Philip rodó los ojos al escucharla toser, además de retroceder un paso, alejándose levemente de la cama de Mathilda y soltando la manta en los pies de la cama. ¿Creía que iba a convencerlo con esa tos exagerada y, por tanto, fingida?
"No, tú eres la bromista acá" volvió a mirarla, comenzando a enojarse y olvidándose un poco de todo lo impactado que estaba por el lugar en que ella vivía "¿Ahora que enfermedad vas a inventar? Ya tuviste una de esas cosas como cinco veces..." le empezó a recriminar, como si realmente supiera lo que tenía. ¿Un resfrío? ¿Gripe? Pffft.
"Que estudies medicina no significa que puedas inventar la enfermedad que quieras y faltar cuando se te ocurra, voy a tener que comenzar a descontarte los días" le advirtió antes de cruzarse de brazos y mirarla expectante. Era el mediodía y no tenía el más mínimo sentido que Mathilda se presentara en el Ministerio a esa hora, los reportes de prensa se necesitaban temprano, pero Philip estaba encaprichado. No pensaba moverse de esa habitación hasta que ella estuviera de pie y dejara de fingir.
"No, tú eres la bromista acá" volvió a mirarla, comenzando a enojarse y olvidándose un poco de todo lo impactado que estaba por el lugar en que ella vivía "¿Ahora que enfermedad vas a inventar? Ya tuviste una de esas cosas como cinco veces..." le empezó a recriminar, como si realmente supiera lo que tenía. ¿Un resfrío? ¿Gripe? Pffft.
"Que estudies medicina no significa que puedas inventar la enfermedad que quieras y faltar cuando se te ocurra, voy a tener que comenzar a descontarte los días" le advirtió antes de cruzarse de brazos y mirarla expectante. Era el mediodía y no tenía el más mínimo sentido que Mathilda se presentara en el Ministerio a esa hora, los reportes de prensa se necesitaban temprano, pero Philip estaba encaprichado. No pensaba moverse de esa habitación hasta que ella estuviera de pie y dejara de fingir.

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Durante todo su espectáculo de tosidas Philip la observó serio, impasible, con el ceño fruncido. Recién cuando notó lo mucho que le costaba hablar y ni siquiera pudo terminar la frase, aflojó un poco la expresión y volvió a acercarse. La miró unos segundos cuando volvió a elevar la cabeza, se veía terrible. Buscó con la mano, palpando su bolsillo derecho, hasta que encontró su pañuelo y se lo extendió. Decidió dirigir la mano contraria a la frente de Mathilda, porque no podía creerle y ya. Necesitaba confirmarlo como si realmente ser el hijo de la Ministra le brindara algún conocimiento en medicina que no implicaran costumbres sociales como tocarle la frente para comprobar que hervía y que estaba sudada. Hizo una mueca de desagrado. Así que esta vez estaba enferma en serio... No podía culparlo por dudar, nadie salvó a Pedro cuando realmente vino el lobo.
"Recuéstate" sonó a orden, porque era la única manera en que sabía hablarle y se dio vuelta, acercándose a la única ventana de la habitación para abrirla y ventilar el ambiente. "¿No tienes alguna poción, remedio o algo en medio de este chiquero?" le preguntó siempre amable.
"Recuéstate" sonó a orden, porque era la única manera en que sabía hablarle y se dio vuelta, acercándose a la única ventana de la habitación para abrirla y ventilar el ambiente. "¿No tienes alguna poción, remedio o algo en medio de este chiquero?" le preguntó siempre amable.

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Se había puesto a revolver un par de frasquitos de vidrio que vio en uno de los muebles cercanos a la ventana cuando el maullido lo hizo girar y mirar molesto a Mathilda. ¿Qué le hacía al pobre animal? Lo mejor que podía pasarle era que esa bola de pelos y mugre se alejara de ella, si es que realmente estaba enferma. Philip comenzaba a pensar que era verdad, pero nunca lo admitiría. Simplemente comenzaría a actuar en consecuencia y aquí no ha pasado nada (?)... porque odiaba admitir que no tenía razón.
Se acercó a ella, aunque no le había gustado que despreciara su visita e indicara que prefería que él no estuviera ahí, y al verla temblar volvió a taparla con la manta, a lo bruto, como Mathilda lo haría. Tomó la bola de tela que estaba a los pies de la chica y la estiró sobre ella, para evitar tocarla. Apretó los labios "¿No vas a decirme qué debes tomar para mejorarte?" insistió agachándose levemente porque se sentía incómodo, alto como era, hablándole desde ahí arriba cuando ella estaba acostada.
Se acercó a ella, aunque no le había gustado que despreciara su visita e indicara que prefería que él no estuviera ahí, y al verla temblar volvió a taparla con la manta, a lo bruto, como Mathilda lo haría. Tomó la bola de tela que estaba a los pies de la chica y la estiró sobre ella, para evitar tocarla. Apretó los labios "¿No vas a decirme qué debes tomar para mejorarte?" insistió agachándose levemente porque se sentía incómodo, alto como era, hablándole desde ahí arriba cuando ella estaba acostada.

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Primero creyó que realmente le diría qué podía tomar para mejorarse, el sueño de Philip era que al día siguiente fuera a trabajar y dejara de rascarse en su casa, pero no. Mathilda se hacía la sarcástica. La miró serio, intentando poner cara de aburrido para poder fingir que no le había molestado la manera en que lo trataba.
"Tan mal no te sientes si estás con ganas de hacer chistes" volvió a enderezarse y ponerse de pie "Y entonces tampoco necesitas ayuda..." se pasó una mano por la cara, decidiendo qué hacer. Observó de nuevo la habitación minúscula atestada de cosas, casi seguro de que la mugre que la rodeaba era la culpable de que esta vez estuviera enferma de verdad. No quería dejarla sola con fiebre, pero ella se lo buscaba. "Y como te sientes tan bien como para burlarte y no aceptar mi ayuda, te espero mañana a las 8 en el Ministerio, o estás despedida" dijo finalmente, sin mirarla, dispuesto a volver a pasar por encima de todas las porquerías tiradas en el suelo para irse de esa averración de Merlín que simulaba ser una casa. Harvey había agotado su paciencia en cinco minutos, tiempo récord.
"Tan mal no te sientes si estás con ganas de hacer chistes" volvió a enderezarse y ponerse de pie "Y entonces tampoco necesitas ayuda..." se pasó una mano por la cara, decidiendo qué hacer. Observó de nuevo la habitación minúscula atestada de cosas, casi seguro de que la mugre que la rodeaba era la culpable de que esta vez estuviera enferma de verdad. No quería dejarla sola con fiebre, pero ella se lo buscaba. "Y como te sientes tan bien como para burlarte y no aceptar mi ayuda, te espero mañana a las 8 en el Ministerio, o estás despedida" dijo finalmente, sin mirarla, dispuesto a volver a pasar por encima de todas las porquerías tiradas en el suelo para irse de esa averración de Merlín que simulaba ser una casa. Harvey había agotado su paciencia en cinco minutos, tiempo récord.

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Nunca iba a estar preparado, menos en ese contexto, más preocupado por no manchar sus zapatos carísimos y en huír de ahí que en darse cuenta que no paraba de actuar como un idiota. Pero Mathilda se lo buscaba! El gato posiblemente haya escapado porque sí, porque era un gato y estaba en su naturaleza irse de paseo y volver cuando quisiera... quizás a cazar algo de comida y no morir por las sobras de atún y pan que le daba ella. Pero él se iba no sólo por su naturaleza mandona e impaciente, sino porque había hecho un esfuerzo tácito por ser amable, por ayudarla, aunque fuera por los motivos más egoístas del universo. Mathilda, sin embargo, seguía empecinada en odiarlo y responderle tonterías.
Pateó sin querer una lata y, apretando la mandíbula, molesto por la situación, por el lugar, por el desorden que no podía soportar, y por escucharla toser sin dejarse ayudar, volvió a mirarla, frustrado por primera vez.
Pateó sin querer una lata y, apretando la mandíbula, molesto por la situación, por el lugar, por el desorden que no podía soportar, y por escucharla toser sin dejarse ayudar, volvió a mirarla, frustrado por primera vez.

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Sintió algo dentro revolverse cuando ella le pidió que no la despida, algo que lo hizo aflojar la tensión en su mandíbula y que terminó de desarmarlo cuando Mathilda dijo 'por favor'. Hasta que tiró ese nombre extraño de una enfermedad que sonaba a tantas otras que se había inventado para sí misma, e incluso para él también, que exhaló, otra vez perdido y frustrado. No sabía qué hacer. ¿Creerle? Cada vez que pensaba en seguir pateando latitas, esquivando papeles y salir de ahí, veía el desorden (primero) y a Harvey sola y se quedaba inmovilizado. No podía. Su obsesión con el orden le pedía que pusiera todo en su lugar y acomodara hasta por materia el revuelto de apuntes, que tirara la basura, hasta que le comprara cortinas y algún mueble nuevo... pero ella sacaba lo peor de él también.
"¿Buboqué?" repitió porque era el nombre más ridículo que la había escuchado inventar en mucho tiempo. Se revolvió el cabello, molesto todavía, dudando entre acercarse otra vez o seguir en su plan. Él sí sabía que ella podía pedir una indemnización más alta si quería, no le importaba el dinero, pero sí la imagen del Ministerio y qué sucedería con la bola de mentiras sobre su supuesta relación. "¿Entonces vas a dejarme ayudarte?" preguntó intentando encontrarle una solución a todo eso. Recién ahí le prestó realmente atención a la pose de Mathilda, a la manera en que se sacudía levemente contra la almohada, casi sin poder respirar. -¿Está.... llorando?- No, no podía ser que Harvey... na..
"¿Buboqué?" repitió porque era el nombre más ridículo que la había escuchado inventar en mucho tiempo. Se revolvió el cabello, molesto todavía, dudando entre acercarse otra vez o seguir en su plan. Él sí sabía que ella podía pedir una indemnización más alta si quería, no le importaba el dinero, pero sí la imagen del Ministerio y qué sucedería con la bola de mentiras sobre su supuesta relación. "¿Entonces vas a dejarme ayudarte?" preguntó intentando encontrarle una solución a todo eso. Recién ahí le prestó realmente atención a la pose de Mathilda, a la manera en que se sacudía levemente contra la almohada, casi sin poder respirar. -¿Está.... llorando?- No, no podía ser que Harvey... na..

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La escuchó, observándola, creyendo que esos ruidos y la manera de hablar eran por el resfrío que parecía tener por la enfermedad, lo mismo la manera en que se movía... quizás estaba tiritando de frío por la fiebre. Muchas veces Mathilda le había inventado enfermedades, sus causas y sus síntomas, pero esta vez le sonó sincera. Philip estaba eligiendo creerle, además de que no iba a despedirla, lo había dicho en un arranque de enojo y capricho porque ella lo mandaba a tomar cianuro, además de que le molestaba haberse equivocado, Harvey estaba enferma y no iba a ir a trabajar en días. Había perdido.
Ella no le había contestado nada, pero suponía que el silencio significaba que aceptaba esta vez su ayuda. Comenzó por quitarse el saco y apoyarlo en una de las sillas mientras buscaba su varita en uno de los bolsillos internos. No podía quitarle los ojos de encima al desorden, era como si un mosquito le revoloteara en el oído... así de molesto. Se moría por meterse a ordenarle todo en manera obsesiva pero quizás debía empezar por otro lado. Se acercó nuevamente a la chica y tomó su pañuelo que ella había dejado tirado en un costado del colchón. Se lo alcanzó de nuevo mientras hablaba "¿Ahora sí vas a decirme que puedo darte para tomar y que dejes de temblar por la fiebre?" preguntó.
Ella no le había contestado nada, pero suponía que el silencio significaba que aceptaba esta vez su ayuda. Comenzó por quitarse el saco y apoyarlo en una de las sillas mientras buscaba su varita en uno de los bolsillos internos. No podía quitarle los ojos de encima al desorden, era como si un mosquito le revoloteara en el oído... así de molesto. Se moría por meterse a ordenarle todo en manera obsesiva pero quizás debía empezar por otro lado. Se acercó nuevamente a la chica y tomó su pañuelo que ella había dejado tirado en un costado del colchón. Se lo alcanzó de nuevo mientras hablaba "¿Ahora sí vas a decirme que puedo darte para tomar y que dejes de temblar por la fiebre?" preguntó.

- Philip Bagnold-Browne
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Mientras Mathilda intentaba recomponerse y esperaba que le indicara qué hacer, Philip dejó su varita en el bolsillo de su pantalón y comenzó a arremangarse levemente la camisa, como si ocuparse de una chica enferma fuera una tarea titánica y estuviera por levantar bolsas en el puerto. Confundido por la idea de que la fiebre era 'buena', prefirió no decir nada porque él era ignorante en todos esos temas, no se enfermaba hacía años, el único que estaba siempre colgando de un hilo era su estómago cuando se emborrachaba.
Buscó con la mirada la poción azul, pensando en que Mathilda no estaba tan mal si aún tenía ganas de bromear "No me voy a contagiar" determinó porque él creía que la gente sólo se contagiaba por estar con contacto con fluidos del otro ser humano y no pensaba volver a tocarla a Harvey. Podía quedarse con su pañuelo, o tirarlo, le daba lo mismo. Igual iba a tomar de la poción por las dudas, esa habitación llena de porquerías y sucia podía darle cualquier otra enfermedad de pobre. Oh, claro que sí entendía cuando le hablaban de medidas de tequila... un shot, re fácil. Lo difícil era encontrar esos vasitos en medio de ese desastre. Fue a la precaria cocina, donde su sentido común le decía que debían haber vasos... encontró sólo uno limpio en la repisa y luego recorrió con la vista la mesada. En el suelo había un par de vasitos de plástico, característicos de fiesta, con la medida que Mathilda le había dicho. Se agachó a tomarlos y los lavó de manera obsesiva con agua bien caliente.
"¿Cuánto sería una dosis pequeña?" preguntó una vez que volvió y tomó la poción para servirle el primer shot de tequila azul a la chica. Primero le daría su medida a ella y luego se serviría para él. Estaba anhelando poder comenzar a ordenar, primero con magia y luego con sus manos, porque nada le viene bien... y ni siquiera su varita y la magia pueden tener tan buen gusto, él iba a supervisar que todo quedara limpio y en su lugar.
Buscó con la mirada la poción azul, pensando en que Mathilda no estaba tan mal si aún tenía ganas de bromear "No me voy a contagiar" determinó porque él creía que la gente sólo se contagiaba por estar con contacto con fluidos del otro ser humano y no pensaba volver a tocarla a Harvey. Podía quedarse con su pañuelo, o tirarlo, le daba lo mismo. Igual iba a tomar de la poción por las dudas, esa habitación llena de porquerías y sucia podía darle cualquier otra enfermedad de pobre. Oh, claro que sí entendía cuando le hablaban de medidas de tequila... un shot, re fácil. Lo difícil era encontrar esos vasitos en medio de ese desastre. Fue a la precaria cocina, donde su sentido común le decía que debían haber vasos... encontró sólo uno limpio en la repisa y luego recorrió con la vista la mesada. En el suelo había un par de vasitos de plástico, característicos de fiesta, con la medida que Mathilda le había dicho. Se agachó a tomarlos y los lavó de manera obsesiva con agua bien caliente.
"¿Cuánto sería una dosis pequeña?" preguntó una vez que volvió y tomó la poción para servirle el primer shot de tequila azul a la chica. Primero le daría su medida a ella y luego se serviría para él. Estaba anhelando poder comenzar a ordenar, primero con magia y luego con sus manos, porque nada le viene bien... y ni siquiera su varita y la magia pueden tener tan buen gusto, él iba a supervisar que todo quedara limpio y en su lugar.

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Obvio que se había arremangado! Así se hacían las tareas sucias (?). Miró absorto cómo Mathilda tomaba toda la poción de una, con tan poca delicadeza. "De nada" respondió todavía mirándola raro. Se sirvió un poco en el vaso limpio y él también lo tomó rápido, sabía algo amargo y hasta prefería imaginar que era tequila para que pasara rápido. ¿A dónde estaban el limón y la sal? Seguro que en el baño... no quería ni imaginarse lo que iba a encontrar en ese desorden. Le sirvió la otra mitad de vaso que le faltaba a Mathilda, decidiendo mentalmente que para él ya era suficiente.
Después de alcanzarle el vaso, exhaló y giró para mirar la habitación una vez más. Ok, el reinado del terror de Harvey había terminado, era hora de que Philip tomara el control! Sacó la varita de su bolsillo y con un movimiento de su mano, alzándola, exclamó el hechizo para que las cosas volvieran a su lugar original. Claro que tuvo que agacharse levemente porque en un espacio tan reducido (y él midiendo tanto) los restos de pergamino, los libros, y las pequeñeces salieron despedidas para todos lados a punto de golpearlo. "¿Cómo puedes vivir así, Harvey?" le preguntó todavía tapándose levemente con un brazo mientras intentaba mirarla sin que se le metiera una tapita de botella en el ojo.
Después de alcanzarle el vaso, exhaló y giró para mirar la habitación una vez más. Ok, el reinado del terror de Harvey había terminado, era hora de que Philip tomara el control! Sacó la varita de su bolsillo y con un movimiento de su mano, alzándola, exclamó el hechizo para que las cosas volvieran a su lugar original. Claro que tuvo que agacharse levemente porque en un espacio tan reducido (y él midiendo tanto) los restos de pergamino, los libros, y las pequeñeces salieron despedidas para todos lados a punto de golpearlo. "¿Cómo puedes vivir así, Harvey?" le preguntó todavía tapándose levemente con un brazo mientras intentaba mirarla sin que se le metiera una tapita de botella en el ojo.

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Quizás creía que era imposible que se contagiara de una 'enfermedad de pobre' como la llamó Matt, pero su histeria, sus ganas de que volviera a trabajar pronto y entrometerse en la vida ajena eran más fuertes que cualquier miedo.
Creyó que iba a poder suspirar aliviado cuando viera que toda la basura en el suelo y la ropa tirada por todos lados, las sillas repletas de cosas en dudoso equilibrio y demás desparecían pero no. Alzó una ceja, contemplando el espacio que ahora parecía apenas más grande. ¿De verdad Harvey y quiensea que ocupaba la cama de arriba, organizaban así sus cosas?
"Estaba intentando encontrar a alguna persona o elfo que estuviera perdido entre todo este desastre" respondió burlón girando a verla "¿Por qué sigue estando todo tan desorganizado?" preguntó como si fuera un docente decepcionado de que Mathilda no hubiera hecho la tarea, volviendo a mirar el resto de la habitación. Ella iba a tener que pararlo si no quería que comenzara a ordenar alfabéticamente y por materia sus libros, organizara un sector para los artículos de limpieza que, además de escasos, estaban demasiado cerca de la cocina, le doblara obsesivamente la ropa y posiblemente llamar a un elfo doméstico porque ya se había cansado de imaginar todo lo que había que hacer.
Creyó que iba a poder suspirar aliviado cuando viera que toda la basura en el suelo y la ropa tirada por todos lados, las sillas repletas de cosas en dudoso equilibrio y demás desparecían pero no. Alzó una ceja, contemplando el espacio que ahora parecía apenas más grande. ¿De verdad Harvey y quiensea que ocupaba la cama de arriba, organizaban así sus cosas?
"Estaba intentando encontrar a alguna persona o elfo que estuviera perdido entre todo este desastre" respondió burlón girando a verla "¿Por qué sigue estando todo tan desorganizado?" preguntó como si fuera un docente decepcionado de que Mathilda no hubiera hecho la tarea, volviendo a mirar el resto de la habitación. Ella iba a tener que pararlo si no quería que comenzara a ordenar alfabéticamente y por materia sus libros, organizara un sector para los artículos de limpieza que, además de escasos, estaban demasiado cerca de la cocina, le doblara obsesivamente la ropa y posiblemente llamar a un elfo doméstico porque ya se había cansado de imaginar todo lo que había que hacer.

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Volvió a mirarla porque el grito le retumbó en los oídos. Era un espacio chico y podía escucharla perfectamente, no necesitaba elevar tanto la voz. La observó serio "Un elfo, un doxy, gorros rojos, hasta un basilisco podría haber vivido acá oculto que ni cuenta te darías" le explicó por si no había captado que era un chiste, aunque no le sorprendería que apareciera alguna de esas criaturas de la nada... algo debería haber cobrado vida en medio de esa mugre.
"¿Por dónde quieres empezar?" preguntó por cortesía mientras caminaba contento de que en el suelo ya no hubiera una montaña de cosas y se pudiera pasar libremente. No puede enojarse Harvey, hasta le da la posibilidad de darle órdenes desde la cama cuando el que nació para mandar claramente era él.
"¿Por dónde quieres empezar?" preguntó por cortesía mientras caminaba contento de que en el suelo ya no hubiera una montaña de cosas y se pudiera pasar libremente. No puede enojarse Harvey, hasta le da la posibilidad de darle órdenes desde la cama cuando el que nació para mandar claramente era él.

- Philip Bagnold-Browne
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Y, para su desgracia, Mathilda no estaba en condiciones de extirparlo de su vida como a un tumor. Él era necesario, aunque odiaran admitirlo se necesitaban mutuamente en este momento de su vida. Más adelante quizás puedan no verse nunca más pero ahora (en gran parte por culpa de Philip, sí) les tocaba soportarse y verse seguido.
Giró a observarla con una ceja en alto al escucharla estar a punto de insultarlo. Qué desagradecida que era Harvey. Estaba temblando de fiebre, en medio de ese desorden, abrazada a un gato roñoso ¿y así le agradecía que se quedara a cuidarla? Exhaló, intentando calmarse, y asintiendo con la cabeza al pedido de Mathilda. Le bajó un poco el enojo al saber que hacía mucho que no comía. ¿Qué clase de vida tenía esa chica? Se acercó a la cocinita improvisada, revisó el refrigerador y ¿qué encontró? claramente nada.
Se pasó una mano por los ojos, superado por la situación, sentía que cada vez todo se volvía peor. "Aquí no hay nada" le dijo con la voz unos tonos más bajo que siempre, como agotado "Iré a comprarte algo" negó con la cabeza cuando terminó de hablar y fue a buscar su saco para tomar un par de monedas.
Giró a observarla con una ceja en alto al escucharla estar a punto de insultarlo. Qué desagradecida que era Harvey. Estaba temblando de fiebre, en medio de ese desorden, abrazada a un gato roñoso ¿y así le agradecía que se quedara a cuidarla? Exhaló, intentando calmarse, y asintiendo con la cabeza al pedido de Mathilda. Le bajó un poco el enojo al saber que hacía mucho que no comía. ¿Qué clase de vida tenía esa chica? Se acercó a la cocinita improvisada, revisó el refrigerador y ¿qué encontró? claramente nada.
Se pasó una mano por los ojos, superado por la situación, sentía que cada vez todo se volvía peor. "Aquí no hay nada" le dijo con la voz unos tonos más bajo que siempre, como agotado "Iré a comprarte algo" negó con la cabeza cuando terminó de hablar y fue a buscar su saco para tomar un par de monedas.
