Entre estantes

[Basil Markinswell]

Que Alessa estuviera de buen humor con él lo relajaba lentamente. Basil sonrió apenas y alzó los hombros "No lo sé... ¿libros?" soltó diciendo lo primero que se le había venido a la cabeza "¿Y si organizas un club de lectura en los vestuarios?" preguntó para fastidiar y porque sabía que Alessa no se enojaría por el chiste malo.

"Si no creyeran que quiero filtrar información, te acompañaría a hacer las pruebas" le dijo con un fondo de verdad "Para que no fuera tan tedioso" se justificó aunque la realidad era que le agradaba la perspectiva de pasar tiempo con ella con la excusa de que debían trabajar en sus equipos. Quizás el campo de quidditch fuera otro buen escondite, para que sus encuentros no ocurrieran sólo en las mazmorras cuando ella iba a su club de afectados por las historias de terror.

[Basil Markinswell]

Hablar con Alessa le había hecho olvidar que estaban caminando por un callejón repleto de sus compañeros de colegio. Quizás los métodos de Darrin estuvieran haciendo efecto o se estaba dejando llevar, pero iba relajado disfrutando de caminar y tomar aire fresco sin tener a su familia cerca.

La miró pensando que era todavía más divertido que ella lo considerara enemigo y sonrió "Tú también podrías intentar quitarme información..." murmuró con doble intención porque repentinamente le estaba gustando el jueguito de intentar provocarla. "Incluso podríamos juntar fuerzas para ganarles a los otros dos equipos... y luego apostar algo interesante cuando nos toque enfrentarnos"

[Basil Markinswell]

Él no se creía muy inteligente pero encontrar pretextos para seguir viéndose lo hacía sentir al menos no tan estúpido. No iba a admitirlo pero le agrada encontrarse con ella, por razones físicas obviamente, pero también porque ahora estaba sintiéndose bien después de lo que había parecido mucho tiempo.

"No es justo, pero no sería slytherin si no lo hiciera" contestó en otro arrebato de sinceridad. ¿Qué mejor que apostar cuando estaba seguro de que el otro equipo tenía muchas chances de ser el perdedor? Sonrió de costado y luego volvió la mirada al frente pensando en qué le pediría. "Tendría que verlo en el momento... por ahora sólo se me ocurre una cosa" y, aunque sabía que estaba tirando mucho de la cuerda se animó a decir lo primero que se le había venido a la mente "Podría querer que pasemos una noche en las mazmorras... solos" y la miró de reojo para ver su reacción.

[Basil Markinswell]

En su risa o en sus gestos notaba que Alessa estaba de buen humor y se sentía agradecido por eso. Iba midiendo cuánto más de la soga podía tirar y parecía que ella estaba dispuesta a seguirlo en sus propuestas no-tan-indecentes. Él también estaba dejando abierta la posibilidad a un montón de cosas. Cada respuesta de la chica iba aflojando la tensión que sentía hace semanas.

"Bien, entonces tendré que pedírtelo..." dijo satisfecho por ahora. Una vez que estuvieran en el castillo pensaría qué noche sería la más apropiada, posiblemente un viernes o un sábado cuando no tendrían obligación de levantarse en sus respectivas habitaciones al día siguiente ni tendrían clases a las que asistir. "Será como tomarnos un respiro de la rutina" pensó en voz alta "Algo así como ahora"

[Basil Markinswell]

Esta vez ella no era la causante de sus malas vacaciones o de su mala suerte de verano. Esta vez Basil no sentía que la culpa fuera del destino, de la rarita o los padres de Joanne, ni siquiera de Darrin. Era todo exclusivamente su culpa. Había hecho todo mal, el camino que creyó tan seguro estaba lleno de piedras flojas y terminó tropezando.

Le provocaba una sonrisa que Alessa lo llamara así aunque estaba desacostumbrado a tener un título y se sentía extraño. La miró entendiendo perfectamente a lo que la chica se refería "¿Así que ahora lo llamaremos estudiar astronomía?" preguntó refiriéndose a chapar en las mazmorras. "Entonces creo que voy a tener que pedirte ayuda en esa y en algunas materias más..."

[Basil Markinswell]

Alzó las cejas, sorprendido por el descaro de la rarita. ¿Tan segura se sentía de que podía hacerlo ver las estrellas? ¿Tan obvio había sido durante el año anterior? La miró sonriendo de manera algo cómplice. "Parece que alguien está muy segura de que me gusta lo que hace".

La ventaja de que Joanne ya no estuviera en el castillo es que él no tenía que disimular nada. Incluso no estaba seguro de que luego de su visita a Francia las cosas siguieran siendo las mismas con ella. ¿Tenía novia? ¿Tenía amigos? Deren ya no estaba tampoco, Darrin lo había practicamente alejado de Taffy y lo único que le quedaba era el equipo de quidditch, una confusión gigante en su cabeza, y Alessa.

"Lo tendré en cuenta" le dijo e, instintivamente, quizás por el pensamiento de encontrarse solo, buscó la mano de la chica para tomarla por un instante.

[Basil Markinswell]

Se sintió reconfortado al percibir la seguridad con la que Alessa tomó su mano y el descaro que tenía la chica esa mañana lo hizo reír levemente. "No dije que no me gustara, al contrario..." se sinceró "Si te pido ayuda en astronomía no es sólo porque soy malísimo, sino porque a mí también me gusta" ya que se había embarcado en la nave de la sinceridad era mejor llevarlo hasta el final, porque era nuevo en eso de ir diciendo la verdad y admitiendo errores "Mucho" reforzó y le devolvió la sonrisa antes de mirar al frente, haciéndose el seguro.

"¿Qué dices si te invito a tomar un helado?" le preguntó divisando el local de Florean Fortescue.

[Basil Markinswell]

"Perfecto" contestó contento, intentando sentirse cómodo en sus nuevos zapatos, en esa nueva forma de encarar las cosas. Ya había dejado que mucho tiempo la opinión de los demás fuera lo que le importara y le pasaba en los hombros.
Al apurar el paso, notó cómo la pierna le dolía por un instante, como un reflejo de dolor, por lo que apretó los labios, acabando con la sonrisa. "¿Cuál es tu sabor favorito?" preguntó para pensar en otra cosa y disimular.

[Basil Markinswell]

Y eran esas excentricidades las que le gustaban de Alessa. Lo tomaba por sorpresa las cosas que podía pensar y decir... que su elección de helado no se basara en el sabor sino en lo que la hacía imaginar o parecer le resultaba curioso. La miró de costado y se rió antes de ponerse a pensar en qué helado quería. El tirón de la pierna seguía ahí pero estaba decidido a ignorarlo hasta que dejara de doler.

"Crema... y chocolate amargo" bien básico, a Basil no le gustaban las cosas dulces en exceso y tampoco el ácido de las frutas. Se sentía bien pensando en sus gustos propios por primera vez y sin preocuparse por lo que pensaran los demás.
Cuando llegaron a la puerta se detuvo para que Alessa pasa primero delante de él.

[Basil Markinswell]

La miró alzando las cejas con un poco de sorpresa. Se dijo que a estas alturas ya nada debería sorprenderlo de la rarita pero sí, lo hacía todo el tiempo. ¿De qué otra manera podía ser? A Alessa no tenía que gustarle el chocolate. Si le gustara no sería rarita, no sería diferente a las demás y darle una caja de bombones sería una opción cursi y obvia. Eso lo hizo sonreír.

"Perdón por sorprenderme, creo que ya no debería pasarme" le dijo un poco en broma "¿Y qué golosinas te gustan? ¿Los caramelos esos con gusto a sangre?" preguntó intentando adivinar qué le podía gustar a una chica como ella.

Basil no notó que Alessa había prestado atención a su manera de caminar, esperaba que pronto se le pasara el dolor para poder seguir fingiendo. Por ahora era más práctico acercarse al mostrador de la heladería y pedirle dos vasitos para que se pudieran sentar pronto.

[Basil Markinswell]

Aunque hacía meses él mismo estaba convencido de que Alessa tenía pactos con el demonio o usaba artes oscuras para maldecirlo, ahora sabía que era parte de su apariencia, de su fachada y de su encanto. En cierta manera creía que los gustos de ella eran incomprendidos. Sí, eran excéntricos para la mayoría... pero eran magos y brujas ¿por qué a ella no podía gustarle la sangre y los vampiros? si hasta tenían a un cantante famoso que lo era. Recién ahora lo entendía y quizás aceptar a Alessa era parte de comenzar a aceptarse a él mismo también. Sobre todo porque la chica era una caja de sorpresas.

La miró confundido un instante antes de reír porque jamás pensó que a Alessa le preocuparan sus dientes y la economía de su hogar. "Es muy maduro de tu parte, supongo" dijo porque a la mayoría no le interesaban esas cosas y comían dulces igual como si no hubiera un mañana "Aunque estemos por comer helado" bromeó.
Se sintió más seguro al sentirla tomarlo del brazo pero prefirió mirar al frente y pedirle sus helados al empleado "Uno de grosellas y otro de crema y chocolate amargo, por favor"

[Basil Markinswell]

Aunque sus bromas no fueran las mejores o no fueran dichas en el tono divertido que podría esperarse, a Basil lo ayudaban a continuar relajado en su presencia y olvidarse de sus problemas, ya sea el tirón en la pierna o los líos en los que se había metido por idiota.

Tomó el primer vasito con el helado rojo para Alessa y se lo pasó a la chica. Allí notó que ella pretendía pagar su parte por lo que Basil sonrió y negó con la cabeza "Yo te invité a venir aquí..." le dijo para que supiera que iba a correr él con el gasto ¿qué clase de caballero sería sino? Todavía le quedaba un poquito de dignidad. Giró a tomar el otro helado y a pagarle con un galeon por los dos.

[Basil Markinswell]

Es que además había sido su idea ir allí y pasear por el callejón. No era justo que Alessa pagara, al menos en su forma de ver, cuando no había nacido de ella gastar en eso.

Esta vez notó que Alessa estaba intentando ayudarlo, o quizás fuera inconsciente, pero caminar con ella ayudando al equilibrio le servía para sentir menos dolor en cada pisada. Él tampoco le dijo nada, quería creer que la rarita lo estaba haciendo porque sí, que de otra manera le hubiera preguntado qué pasaba. Estaba comenzando a acostumbrarse a su franqueza constante.

"De nada" contestó sonriendo levemente antes de detenerse en una de las mesitas cercanas a la ventana del local, eligiendo quedarse en la planta baja aunque la vista desde la terraza fuera más bonita en esa época del año. Iba a esperar a que ella se sentara para hacerlo también y poder probar el helado. "Hace meses que no comía uno..." le contó.

[Basil Markinswell]

No quería que ella supiera por varios motivos, pero principlamente porque no tenía ganas de hablar de eso, y no quería que pensara que él era un débil. Si bien no tenían una relación romántica, creía que Alessa era una chica fuerte que no se sentiría atraída -ni siquiera físicamente, como lo era su relación- por un chico como él. Era un farsante, era un pésimo capitán de quidditch, un mal mentiroso y un fracaso como estudiante también. Lo único que podía llamarle la atención a la rarita era su ojo malo. Sin embargo, por su autoestima, necesitaba que ella no supiera todo lo demás. Bastante tenía con que ella le hubiera corrido la silla en lugar de ser al revés.

La abuela de Alessa le daba mala espina, estaba seguro de que si alguna vez supiera de él, habría un muñeco vudú en la cocina de la casa con alfileres por todos lados. Sin embargo, la anécdota del helado lo hizo reír. Le gustaban las contradicciones de la gente, le resultaban graciosas. "¿No tiene dientes?" preguntó tentado de risa porque era un detalle no menor para la imagen de vieja bruja que se había construido en la cabeza. La imaginaba al lado de la bola de cristal, vestida de manera extraña como la profesora Trelawney. "Ahora entiendo por qué te preocupan tanto los dulces..."

[Basil Markinswell]

Estaba pasando por un momento de crisis y no quería que Alessa lo viera tal cual era... bastante le había mostrado ya sus reveses, necesitaba sentirse seguro y fuerte, como si nada hubiera pasado, al menos con ella. Quizás más adelante terminara contándole la verdad o algo de lo que le pasaba por la cabeza.

Y así como ella pensaba que él no era tan débil, Basil no creía que lo único bonito de Alessa fuera su boca o su escueta sonrisa. A él le gustaban bastante sus ojos porque eran expresivos, le parecía bonita e interesante en su conjunto.

Echó la cabeza levemente hacia atrás, en un 'aah' inaudible, como dándose por enterado y entendiendo ahora el por qué de su rechazo a los dulces. "¿Está rico el helado?" preguntó porque él ya iba por la tercer cucharada y Alessa parecía no haberlo ni tocado. Le preocupaba que no le gustara.