Ratas oficinistas

[Emma Goulding]

Emma no era una persona de bromas, había uno que otro que podía atestiguar que chiste y Emma no podían ir en la misma oración sin hacer a un niño llorar a kilómetros de distancia, pero podía ser el cansancio que la hacía reírse por cualquier estupidez o fue la sonrisa de Gerald que le hizo darse cuenta que estaba bromeando. Una de dos.
Soltó una risa, sincera y corta "No creo que alguien sea capaz de criticar su trabajo, más bien mandaré una carta de recomendación, quizás le asciendan de puesto y a la exterminación de mejores criaturas" Eso era un chiste, pero quizás no se dio cuenta.
Aunque le encantaba la conversación que estaba teniendo, realmente debía terminar su trabajo atrasado. Siempre podía invocar alguna plaga para hacerlos llamar de nuevo "Ya que estoy bien y prometo no caerme de nuevo, puedes ya encargarte de esa pequeña" Miró a la rata que seguía en dos patas, observándolos. Sí que era algo extraño.

[Gerald Cowershof]

Tuvo que hacer un esfuerzo por mantener la sonrisa. Ella era un cliente y no tenía porque saber lo mucho que sus palabras lo ofendían. ¡Eh! Emma, ¿Leíste? Ofensa. El único ascenso que él quería era en San Mungo, no en una tienda de mascotas donde estaba conforme con lo que hacía y no quería tener que ir a recoger excrementos de dragón. Porque ese era el ascenso.
Asintió y volteo hacía la dirección que ella señalaba, "Deme dos minutos" dijo, acercándose a la silla donde se encontraba la rata, mientras le extendía uno de los quesos mágicos. La rata olfateo el aire, aun sobre sus patas traseras, y miro a Emma como queriendo hacerla sufrir con su presencia. Mira nada más que madera tenía para ser mascota, no le tenía miedo a nada.

[Emma Goulding]

Cruzó los brazos y se colocó a un costado pero lejos de la escena, como para ver lo que hacía pero sin sentirse en peligro de que la rata saltara y volara hasta a ella. Si, volara, porque claramente era una rata poco común.

Podríamos culpar al sueño por lo que pensó "¡Espera!" Le gritó y le colocó una mano en el hombro, se acercó un poco para hablarle en el oído "Está actuando tan extraño que puede que no sea una rata, ¿No crees?, ¿Y si es un animago?" Miró a la pequeña por encima del hombro de Gerald, entrecerrando los ojos.
Le daba mala espina esa criatura. Seguro era Susan.

[Gerald Cowershof]

Poco a poco la rata iba acercándose al queso, despacio como si supiera que después de eso no volvería a pisar una oficina jamás. Después que la rata mordiera el queso, que tenía un encantamiento adormecedor, Gerald solo tendría que alzarla, marcarla (para que no se la dieran a una serpiente, lechuza o búho de aperitivo) y ponerla en una jaula junto con las demás. Luego debía hacer lo mismo con todas las demás que hubiera por ahí. Pan comido.
Sin embargo, cuando la rata estaba a punto de morder el queso con sus largos incisivos, el grito de Emma los asusto; a la rata, que se alejó lo más que pudo del queso y a Gerald que dio un respingo cuando sintió la mano en su hombro. Soltó un corto suspiro y giro su cabeza para mirarla con las cejas alzadas, "¿Animago?" dijo, sin creer mucho que un humano cayera en una trampa tan tonta como la del queso ¿Peter Pettigrew, eres tú?; aun así, la desconocida y un poco familiar Emma seguía siendo un cliente y ellos siempre tenían la razón "¿Sospechas de alguien?" le preguntó, volviendo a ver al animal, su mano aun extendida con el queso.