Lo que pasa cuando eres buena persona

[Amelia Grey]

Esta vez si lo miró, algo enfadada. ¿Cómo se le ocurría pensar que ella podía ser tan deshonesta en algo en lo que ella se esfuerza tanto?.
"No, Ernest" Le dijo algo cortante "Estaba haciéndole un favor a Slughorn, eso era todo, pero estas estúpidas mazmorras..." No terminó la frase "En fin, ¿Y tu?, ¿Que te hizo estar aquí atrapado conmigo?" Esbozó una pequeña sonrisa sin separar los labios que se congeló al instante. Oh, bien, estaba encerrada con él. ¿Por qué lo tenía que decir?. Su corazón volvió a bombear fuertemente.

[Ernest Trevelyan]

"Ya, ya, no quieres la prueba. Igual aquí no la encontraras" continuó, simulando tener toda le seriedad de un inspector de policía, una actuación patética. Le devolvió la mirada con una sonrisa tonta en los labios, tan fastidioso como podía llegar a ser, "No decidí quedarme atrapado contigo" señalo, luego se le ocurrió algo terrible, algo que probablemente aterrorizaría a mas de uno. "Lo planeaste todo ¿Verdad?", todo seguía siendo buena onda, aunque el boom de los hippies ya hubiese terminado.

[Amelia Grey]

Rodó los ojos "No dije que tu hubieras querid...." Se detuvo. Lo miró con rostro indignado "¿Cómo crees que yo voy a planear esto?, muy bien sabes que no es así" Es decir, ¿Ella?, ¿Planeando quedarse encerrada en una oficina con un chico?, es moralmente/físicamente/biológicamente incorrecto.
Veras Ernest, ella es incapaz de distinguir las bromas, el sarcasmo o cualquiera de sus adyacentes, porque se necesita ver lo obvio y Amelia nació con esa incapacidad. Por eso es que para todo piensa que quieren coquetear con ella, porque no sabe diferenciar las emociones.

[Ernest Trevelyan]

Se carcajeo largamente, dejándose caer de espaldas sobre la mesa del profesor; Amelia era genial, principalmente porque Ernest gustaba reírse de las personas que se tomaban muy a pecho sus bromas, allí residía todo su encanto. "Relájate" dijo una vez consiguió parar de reír, "Don't worry, be happy" recito aun recostado sobre la mesa, y no, no era la canción (que aun no existía). En el verano había leído un artículo sobre Meher Baba, era un hombre admirable te comento, muy sabio y muy espiritual.

[Amelia Grey]

Alzó una ceja "Lo haré cuando salga de aquí" Comenzaba a ponerse de mal humor. En parte por Ernest pues no le gustaba que le hicieran bromas, y por ella misma por ser incapaz de diferenciar cuando las bromas no son en serio y por no poder hablar con fluidez de cosas agradables con un chico. A veces le molestaba su propia actitud pero en el fondo sabe que es por el bien de ella, por el bien del control de si misma.
Se quedó callada, era mejor no decir nada a hablar de tonterías, se concentró en controlar su pulso cardíaco con la respiración, que repente se aceleraba.

[Ernest Trevelyan]

"Relájate" repitió, mirando el techo con aburrimiento. Metió la mano en el bolsillo de su túnica y encontró la matica que había guardado disimuladamente. Su estomago gruño, vergonzosamente, pero Ernest no sabe lo que es la vergüenza. ¡Merlín! Tenía tanta hambre que era capaz de comerse la planta aunque empezara a alucinar.
La olfateo y después mordisqueo una de las hojas, uhm, le sabían a banana. Que genial.

[Amelia Grey]

Estuvo a punto de decirle que dejara de pedirle eso, que ella se relajara era algo imposible y complicado de llevar a cabo, pero el rugido de su estómago hizo que soltara una carcajada imposible de reprimir. De a poco dejó de reír y lo miró entrecerrando los ojos al ver que se llevaba algo a la boca "¿Qué estas comiendo?" Preguntó curiosa. Ella no sabía que esas eran matitas alucinógenas. De saberlo sería ligeramente preocupante.

[Ernest Trevelyan]

Hizo oídos sordos a la risa de la joven, todo entretenido con la matica, que había cambiado de sabor y... rayos, las fresas nunca le habían parecido tan deliciosas. "Sabe a... Tutti Frutti" contesto, tragando un pedazo de hoja "¿Quieres?" ofreció, apoyando un hombro en el escritorio para poder mirarla un poco. No le extendió la planta para evitar riesgos innecesarios.

[Amelia Grey]

Lo miró con algo de desconfianza "¿Que es?" Le preguntó. Era costumbre. Su madre le había dicho que no aceptara nada que un hombre le esté dando, porque podía ser alguna droga que te hiciera dormir y luego te violaban ¿Burundanga?. Ok, no. Ella pensaba lo segundo, pero su madre si le dijo que tuviese cuidado, como todas las mamas. Pero más vale prevenir que lamentar (?).
Pero sinceramente tenía hambre, y eso de tutti frutti le llamaba mucho, no obstante, se contuvo y esperó a que le contestara pacientemente.

[Ernest Trevelyan]

¡Escopolamina! ASDF D:
Se sentó moviéndose un poco hacía el borde del escritorio, un par de adornos feos cayeron en el proceso, -Cool- Ruido. "No se que es" respondió con sencillez, alzando los hombros y extendiéndole la planta, come o destruye Amelia.
Pero preferiblemente come porque sino Ernest se lo toma personal y entonces, entonces..., te vas a hacer pis de la cantidad de cosquillas psicópatas que recibirás, Miss Grey. Ugh, no, que asco.

[Amelia Grey]

Se mordió el labio inferior y se llevó una mano al estómago -Tu puedes resistir, tu puedes resistir, solo ten un poco de fuerza de voluntad- Se repitió intentando soportar el hambre que comenzó a carcomerle las entrañas. Ella era una persona de buen comer, Ernest, no puedes darle lo primero que encuentres por ahí "No lo sé, creo que deberías de dejar de comer eso, si no sabes que es" Le aconsejó intentando ignorar la saliva que estaba produciendo gracias a la tentación que esa plantita estaba efectuando en ella. Pero debía controlarse. Lo primero que te enseñan desde niño es no llevarte todo lo que veas a la boca. Sospecho que Ernest se pasó esa lección.

[Ernest Trevelyan]

Tus sospechas están bien infundadas, darlin'. Fue la lección que más veces reprobó en su infancia, por suerte no le quedaron cicatrices.
Miro la planta con detenimiento, sabía lo que era, claro que si, no le iba a dar hambre en tres días e iba a soñar con camarones disfrazados de estrellas gracias a ella, lo único que no sabía era el nombre. "Si no quieres no comas" dijo alzando los hombros y guardando lo que quedaba de planta en su muy seguro bolsillo. Descanso los codos sobre sus piernas, sin dejar de mirar a Amelia con una sonrisa fastidiosa.

[Amelia Grey]

Sonrisa que la ponía nerviosa, por cierto.
Agarró aire por la boca y no lo soltó, como si tuviera la habilidad de comerlo y llenarse de él.
Lo soltó sonoramente, y lo miró de nuevo con impaciencia "Saldremos pronto y comeremos comida de verdad" Le dijo, para darse ánimos a ella misma.
Pero la tentación es fuerte y la carne débil. Abrió la boca para pedirle un poco pero la cerró.
Tenía buen autocontrol. Fue lo que la mantuvo viva durante sus quince años de vida.

[Ernest Trevelyan]

Alzo los hombros, le daba igual si salia o no... Pero preferiblemente que abrieran esa puerta infernal en menos de media hora o enloquecía, y Miss Grey no quiere verlo fuera de sus cabales.
"Tengo chicle" dijo recordando que tenía un paquete en su bolsillo, sus compañeras de casa solían decir que apaciguaba el hambre (como si fuese una fiera indomable). Y por favor, que no le vaya a decir que hace salir caries, caer los dientes y causar gastritis, por favor, no.

[Amelia Grey]

Abrió los ojos como si acabara de descubrir el mejor regalo del mundo en el árbol de navidad "¡Si!, ¡Claro que quiero!" Exclamó, luego carraspeó, había sonado demasiado desesperada "Si, bueno, si tienes un poco, me vendría bien" Se encogió de hombros intentando darle menor importancia.
¿Gastritis?, ¿Caries?, bah, tiene hambre y como decía mi profesora de biología, uno solo no hace daño. Ignoremos el sarcasmo.