Ovejas

[Sebastian Mayfield]

"Claro que puedes" comentó, con una sonrisa. Nada mejor para él que sentirse útil para el entretenimiento ajeno. "¿La ves?" preguntó en voz baja, señalando a la niña de cabello abultado un par de filas más adelante. Quizás todavía tenía la bolita de pergamino enredada en el cabello. Tomó dos de los segmentos de pluma rota en la mano, y le ofreció uno a Mina.

[Mina Hayward]

Respondió con una media sonrisa al permiso, pero no preguntó porque... ya lo había hecho. Dirigió la mirada a la chica señalada por Sebastian, y se rió en silencio. Claro que la veía; sin importar lo que sus lentes indicaran ((¡lo recordé, yay! XD)), no estaba completamente ciega, y la niña no era precisamente invisible. Optó por reservarse los comentarios, limitándose a levantar la cabeza para asentir. Después, más por instinto que por voluntad, aceptó el pedazo de pluma ofrecido. -¿Qué se supone que haga con esto?-. Miró a su compañero con la ceja enarcada.

[Sebastian Mayfield]

Volvió a mirar hacia el frente, entrecerró los ojos para enfocarse en el objetivo y alzó la mano a la altura de su frente, sosteniendo el pedazo de pluma entre los dedos índice y pulgar, moviéndolo hacia adelante y hacia atrás mientras apuntaba.
Y si mamá Mina, la mujer más responsable de todo el salón, no lo detenía, Sebastian lanzó la pluma en dirección al nido de ratas que la compañera de adelante tenía por cabello.

[Mina Hayward]

Rayos, eso tiene que ser lo más feo que le han dicho a un personaje mío en toda mi vida. ¿Mamá Mina? Ouch.
Ella no lo iba a detener. Primero, porque Sebastian era libre de hacer lo que le diera la gana siempre y cuando no interfiriera con lo que Mina quería hacer (como antes). Segundo, porque esto parecía un juego. Juego = competencia. Competencia = Mina está a favor. Realmente no importaba si su compañera terminaba con el cabello lleno de pedacitos de pluma.
Observó la trayectoria del objeto hasta su aterrizaje. De todas formas no pudo evitar pensar -¿esto es lo que quieres hacer en lugar de tu trabajo?-.

[Sebastian Mayfield]

Oh, vamos. Ni siquiera puedo creer que eso pueda ser lo que uno de mis personajes le haya dicho a uno de los tuyos. Si te hace sentir mejor, le han dicho cosas mucho peores a los míos, desde siempre.
Si giró hacia Mina, viéndola con una sonrisa, esperando que ella lanzara su pedazo. No tiene muy en claro cómo es la competencia (¿gana el que le entierra la pluma en el pelo más adentro? ¿el que encaje la pluma en una zona de la cabeza con menos nuedos?), pero el juego de meterle pedazos de pluma a alguien en la cabeza parecía fácil. Y divertido. Y un poco cruel, pero esto es la secundaria.

[Mina Hayward]

((Hahahaha, hola gordito *aprieta tus mejillas*. Ok, no XD))

En mi libro, mamá es peor que perra, que creo que era el nombre que D le pasaba a E con más frecuencia.
Me parece que la competencia desde el punto de vista de Mina es ver quién le atina al cabello, porque estoy pensando que la primera que lance le va a pegar al vecino de la chica-objetivo. No sé. Ella es buena encontrando competencia en cualquier situación. Mejor que él, seguro. ¿Ves?
Bajó la mirada a su munición. Y ella lanza como niña, así que no vale burlarse. Sostuvo el pedacito entre los dedos, levantó el brazo derecho a un costado de su cabeza, lo echó hacia atrás para agarrar empuje y después lo impulsó hacia el frente, soltando la pluma. Y si mis escasos conocimientos de Física (y el hecho de que acabo de hacer el experimento) no se equivocan, el pedacito realizó un patético y corto viaje directo hacia el suelo. Ni siquiera se acercó al cabello de la niña.

[Sebastian Mayfield]

((JAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJA, si te sigues burlando te como, Mina))

Estoy casi seguro de que si le digo perra a mi madre se va a ofender un montón más que si le digo mamá. No sé, iría a fijarme qué sucede según la definición en el libro de ella, pero no quiero dármelas de científico un domingo.
No quiero preguntar de dónde o por qué tenías un pedazo de pluma cerca del escritorio de la computadora, así que aceptaré los resultados de tu experimento. "Uuh" frunció el entrecejo como si le doliera que no pudieran encajarle cosas. Le pasó otro pedacito de pluma, del extremo que tenía... las plumas, la cosa peluda esa. "Quizás habría que lamerlo" sugirió, porque él había agarrado el otro pedazo que tenía la cosa peluda, y ya se la había llevado a la boca.

[Mina Hayward]

((HAHAHA, lo siento, es que... ok, ok, ya no me burlo más *hugs*))

Estaba hablando de mi libro, el de las mamás es diferente.
Haces bien en no preguntar, pero la explicación corta es que tengo un jardín cerca, y un balcón. No es como si las plumas de pájaro fueran cosa poco común en mi territorio.
Miró a Sebastian frunciendo la nariz. "¿La-lamerlo?". Asco. ¿Y si sabía a tinta? Pero si no lo hacía, iba a seguir mandando pedacitos de pluma al suelo, y eso era inaceptable. -Ugh-. Cerró (apretó, mejor dicho) los ojos y dirigió la pluma a su boca.

[Sebastian Mayfield]

((*hugs back... and munches on your hair*))

Cuando tengas hijos, entonces, espero que cambie la definición en tu libro o van a estar traumados, llamando de perra a su madre para no hacerla enfadar.
Se sacó la pluma de la boca y enderezó los pelitos con la mano, que limpió pasándosela por el pantalón. Volvió a apuntar y la soltó, apuntando bien hacia arriba, esperando que esta vez sí llegara. Espero que hayas lamido tu pluma, Mina, porque sin tu parte del experimento real, no puedo saber si realmente alguno de los dos logró embocarle.

[Mina Hayward]

((XD))

Prefiero llenar mi casa de cachorritos que de hijos, muchas gracias.
No frakkin' way! No voy a lamer esa cosa... mi necesidad de realismo tiene un límite, así que tendremos que seguir con la teoría que te sacaste de la manga y asumir que con la carga de saliva, las plumas llegan a destino.
Mina abrió los ojos, observó el pedacito babeado, negó con la cabeza y le pasó los dedos a lo largo. Miró de reojo a Sebastian y esta vez cambió su táctica de lanzamiento para imitarlo a él. Mala suerte para la chica de enfrente.

[Sebastian Mayfield]

Eso explica por qué querrías que te llamen de perra. Ahora entiendo todo.
Quizás solamente a Sebastian le guste lamer cosas, pero si funciona, mejor. Y si no, la saliva, la magia en el ambiente, el resto de tinta... todo iba a ayudar para que le llenen de plumas el cabello a esa niña.
"¡Ea!" festejó, mostrándole a Mina una palma para que se la chocara. Si la niña se había dado cuenta que tenía dos pedazos de pluma enredados en el cabello, no era su problema. Ahora era un deporte.

[Mina Hayward]

Ya puedo tachar esa de la lista de cosas que quería saber sobre Sebastian.
Sonrió ampliamente y aplaudió sin hacer mucho ruido antes de notar que la palma de él estaba en alto. Estiró el brazo para chocarle los cinco. Oficialmente, a sus ojos la niña había dejado de ser una persona y se había convertido en un blanco. Pero sólo por si acaso, miró por encima de su hombro a sus compañeros de atrás. Luego el karma le mordía el derrière y salía del salón con el cabello lleno de cosas.

[Sebastian Mayfield]

Cuando quieras que practique sus técnicas lamedoras sobre ti, Hayward, ya sabes dónde puedes encontrarme.
Solamente quedaban dos trozos de pluma, así que le ofreció el más largo a Mina "Úsalo sabiamente" aconsejó, guiñándole un ojo como el ridículo más grande de todo el salón, detrás de la niña con porquerías en el cabello.
Y a Mina no podría sucederle nunca, porque seguramente su cabello era mágico y repelía (?) la mugre y todas las cosas que podrían arrojarle.

[Mina Hayward]

Genial, ya sé a quién llamar el día que por fin me decida a averiguar cuántas chupadas hay que dar para llegar al chiclocentro de la Tutsi Pop.
Aceptó el pedacito de pluma sin saber muy bien qué cara poner. Al final se decidió por una sonrisa muy superficial y un "sí, señor" en plan militar. Y como ese era el plan, añadió el gesto con la mano a la altura de su frente. Se preparó para lanzar... y el chico sentado a su otro lado tosió, haciendo que ella titubeara. A continuación se giró para mirarlo con cara de pocos amigos, aunque el chico ya estaba otra vez concentrado en su pergamino.

[Sebastian Mayfield]

Sonrió mostrando los dientes con el saludo militar de Mina, haciéndose hacioa atrás en su silla y cruzándose de brazos. Era como si se preparara para ver a su pichón de soldado soltar su primer granada al campo enemigo.
Estaba considerando darle a Mina el último pedazo de pluma por si fallaba, porque hasta era más divertido verla tirándole cosas a la niña del cabello horrible que hacerlo él mismo. Pero no sé si realmente era tan divertido como hacerlo él mismo. Ojalá no fallara.