Corazón elástico

[Emma Goulding]

Se bañó lo más rápido que pudo aunque en el fondo le hubiese gustado quedarse en la bañera mucho más tiempo, tratando de relajar los músculos y dejando que los pensamientos de anoche se disiparan con las burbujas, pero dado que Aldrich la esperaba para desayunar no se dio ese lujo, pensando que tendría otra oportunidad luego.

Al terminar de vestirse y maquillarse sobriamente bajó las escaleras para llegar a su encuentro en el comedor. Tomó asiento a su lado, como era su costumbre en los desayunos o cuando estaban ellos dos nada más, y tomó el ejemplar del Profeta que descansaba junto a su plato. El vaso de jugo se llenó al instante que ella se sentó.

"¿Me recuerdas de qué trata la reunión con August?" Le pidió, mientras ojeaba la sección económica.

[Emma Goulding]

Emma dejó levitar el Profeta mientras ella comía también. Ojeó la sección de sucesos con pocas ganas y miró a Aldrich cuando éste le respondió, bastante interesada.

"Ah, si. Victoria. Si, me parece una chica bastante sensata, aunque pienso que se está casando un poco pronto" Comentó de pasada tomando un trago de jugo. "Pero cuando se convierta en esposa estoy segura de que no faltará a las reuniones. Espero que no la agobien con responsabilidades recién entre a esa familia" Añadió muy seria. No es que no la creyera capaz (aunque no la conocía bien), pero ya era bastante casarse a tan corta edad como para entrar a una compañía de la que no sabía nada. Emma había aprendido antes de casarse sobre su empresa y tomó responsabilidades rápido pero con ayuda, nunca la soltaron a su suerte. Sospechaba que no iban a ser tan amables con la joven Victoria.

[Emma Goulding]

Emma, que ya se sentía dueña de su cuerpo a diferencia de la noche anterior, reprimió muy bien la sorpresa que le causó semejante respuesta. Asintió por hacer algo y trató de acomodar su corazón que le había dado un vuelco con jugo, porque esa era la primera vez que hablaban de herederos y casarse a los diecisiete como si fuese elegir un vestido.

Aunque en el fondo le hubiese gustado decir opinión exactamente como la pensaba, sabía que no le iba a ser de ninguna utilidad, pero tenía que decirle algo, porque claramente ellos no eran como Richard y Victoria, no eran tan jóvenes ni buscaban herederos por tenerlos, aunque quizá Emma estaba pensando por los dos.

"Supongo que todo el mundo tiene su tiempo para hacer las cosas. Por lo que he visto, ella se ve muy enamorada, y si está segura no tiene razones para retrasar el matrimonio" Comentó como si nada, haciendo como si leyera el periódico, luego se giró para verlo con una sonrisa. "Pero, querido, que tengan hijos a semejante edad es para que sean los típicos niños de elfos" Añadió, casi en tono de burla. No es que los niños a quienes los elfos los cuidan terminen mal, pero ella se imaginaba siendo una madre mucho más participativa, como sus padres.

[Emma Goulding]

Bueno, eso...

Emma le estaba costando un mundo y medio tragar su desayuno. Su garganta se sentía rasposa y seca, pero debía mantener la compostura. Sabía que esa conversación surgiría en algún momento. Sus esperanzas de que ambos estuvieran en la misma página tampoco eran muy altas sabiendo que ni siquiera sabía qué libro estaba leyendo Aldrich. Después de todo, no lo conocía tan bien.

"Una Avery pudo tener más opciones que un Knightley. No tuvo que ser ahora, no tuvo que ser con él. Hay más de una familia beneficiosa por ahí, no muchas pero las hay" Bebió otro trago de jugo pero sin mucho éxito para su dolor de garganta. "No digo que no tengas razón, cielo, solo pienso que en este caso las cosas sucedieron así, tan rápido, porque ellos se quieren. A menos de que no sea una unión de nacimiento que se puede arruinar de las mil formas, generalmente toma un tiempo encontrar a la pareja adecuada para todos, como nosotros" Al final sonrió. Emma era demasiado romántica para la vida que había elegido, no lo podía evitar.

La conversación, como era de esperarse, se tornó mucho más incómoda para ella, pero tenía que hacerle saber que ella no estaba preparada para eso, no le importaban los Dalton o si quiera sus padres que le estaban pidiendo un nieto desde que llegaron de la luna del miel. "Como dije, todo el mundo tiene su tiempo para hacer las cosas" Le dijo muy tranquila, con una sonrisa.

[Emma Goulding]

Emma no respondió nada, simplemente mantuvo una pequeña sonrisa y le devolvió el beso con un sonido, colocando la mejilla. Luego terminó su desayuno un poco más tranquila.

Ya sabía que no había sido la mejor manera de llevar la conversación, pero no se reprochaba haber sido clara en su manera de ver su propia relación y en lo poco preparados que estaban para ir más allá. Además, Aldrich no pareció inquieto con sus respuestas aunque si lo pensaba bien, Aldrich nunca parecía inquieto por nada, como si fuese un ser humano tranquilo con ninguna preocupación que no lo resolviera unas horas en su despacho y una copa de whisky. Emma era una chica tranquila la mayoría del tiempo, pero había probado que no siempre podía mantenerse de esa manera, porque era lo que sucedía cuando la sacabas de su zona de confort sin previo aviso y con unas cachetadas en la cara. Lo normal.

Con toda la calma del mundo, Emma se arregló para almorzar con Aldrich como habían quedado, donde seguramente hablarían de lo de siempre hasta que llegara el postre. Tenía un vestido sin estrenar en el fondo del armario que decidió usar con una túnica color plata que hacía juego con sus zapatos. No se hizo un moño muy elaborado pero no pensó que se veía mal, y poco antes de que se hiciera la hora bajó a la biblioteca y lo esperó mientras leía.

[Emma Goulding]

Levantó la vista y aspiró profundamente para convertirse en la esposa que se supone que era y le sonrió, soltando el libro que levitó hasta el lugar que le correspondía en la estantería.

"No te preocupes, cariño, el libro estaba entretenido de todas maneras" Le contestó para aligerar un poco el ambiente y se puso de pie para buscar darle un beso en la mejilla. "¿Nos vamos de una vez?" Le consultó, agarrando su varita de la mesa y atrayendo la túnica plateada para colocársela. "¿Qué tal la reunión? ¿Algo interesante?" Preguntó, en parte por sincera curiosidad y otro poco por inercia.

[Emma Goulding]

Lo tomó del brazo mientras salían de la biblioteca y se encaminaban a la salida. Algo que no podía negar era que se sentía bien tomarlo por el brazo, como si estuviese hecho para que andaran así, juntos.

"Yo creo que debería asistir a esas reuniones, cielo, aunque yo sé que no tomarías ninguna decisión sin mi que tuviese que ver con la compañía, siento que me pierdo de algo siempre, aun si dices que es aburrido. No es lo mismo que me transmitas la información a estar yo misma presente, ¿Sabes?" Opinó. Llevaba pensando eso desde hace mucho, aunque estaba claro que Aldrich era el más idóneo para tratar con ciertos clientes porque se conocían desde hace tiempo, sentía que la dejaban por fuera y esa es, después de todo, su empresa también.

[Emma Goulding]

"Está bien" Contestó con una pequeña sonrisa. No estaba satisfecha con esa respuesta pero no le iba a dar vueltas a algo sin una necesidad real. Estaba hablando desde el propio aburrimiento de una esposa que ve que su marido hace más cosas que ella sabiendo que estaban en la misma posición. Estaba claro que los Dalton manejaban su negocio de manera diferente y no por eso los Goulding lo hacían mal. Esa es la razón de la unión, bueno, por eso y por acaparar más mercado.

Los elfos los esperaban en la puerta de salida, haciendo una pequeña reverencia y abriendo las puertas de la entrada principal.

"¿Nos llevas o lo hago yo?" Pregunta de rigor. Tenían que ponerse de acuerdo en quién haría la aparición.

((¿Seguimos o cerramos?))

[Emma Goulding]

No pudo evitar sonreír cuando éste le besó la mano. A veces tenía esa fugaz sensación de que algún día podría enamorarse de él, verdaderamente. No había una razón para no hacerlo. Era educado, paciente, inteligente y de buen ver. Muchas se han casado por mucho menos, ¿Eso no la hace una afortunada? De todos los que la pudieron emparejar, Aldrich sin duda fue el mejor candidato, su papá se lo hizo saber. 'Te hará bien' le dijo una vez. Quizás no estaba equivocado.

Lo tomó con fuerza y giró sobre sí misma, dejando el aburrimiento atrás por al menos un par de horas.

Cerrado.